Tangana política

«Tú me dejaste de querer cuando te necesitaba/ cuando más falta hacía/ tú me diste la espalda», tararea Edmundo Bal cada vez que ve a Isabel Díaz Ayuso. Distante, lejana, por encima del bien y del mal, le hace sentir «angustia/ de sentirme abandonado»

«Tú me dejaste de querer cuando te necesitaba/ cuando más falta hacía/ tú me diste la espalda», tararea Edmundo Bal cada vez que ve a Isabel Díaz Ayuso. Distante, lejana, por encima del bien y del mal, la madrileña, con la sonrisa ... altanera de la que se sabe ganadora, le hace sentir «angustia/ de sentirme abandonado/ y pensar que otro a su lado/ pronto le hablará de amor». ¿Quién? Vox.

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Ayuso apartó a Ciudadanos, les abandonó, cuando estos más necesitaban su compañía, su apoyo. Y no solo les abandonó, sino que les dio la espalda, mas ellos no pierden la esperanza de volver a estar juntos, no del todo, y por tal motivo, en los debates que comparten, en sus intervenciones, de vez en cuando, le hacen ojitos porque a medida que se acerca el momento de las urnas, ahora que las encuestas dicen que Ayuso no va a poder gobernar sola, como ella quería, tal vez cambie de actitud y regrese. «Mejor no me digas nada/ ya no quiero más palabras/ acuérdate bien de que me tienes/ cuando quieras, ven, acá no pasó nada». La memoria es frágil y Ciudadanos está dispuesto a olvidar.

Y en este particular baile, en esta Tangana de música y política, además de Ayuso y Bal, hay una invitada que se la siente incómoda, Mónica García, porque a pesar de ser la que más posibilidades tiene de dejar a Ayuso sin su corona, la necesitarán, se ve obligada a escuchar de forma constante, por parte de todos, que «esto no es más que otro sarao/ en el que te has colao/ con un traje alquilao». Ignorarla, considerarla fuera de juego, una asistente de paso, es lo que hacen incluso aquellos que tal vez se vean obligados a pactar con ella.

Luego, tenemos a otros dos concurrentes más que se sientan en mesas separadas, se observan con mirada aviesa y no se susurran palabras de amor al oído, pero que bailan juntos, más de lo que ambos están dispuestos a admitir porque se necesitan. ¿Qué sería de Batman sin Joker? ¿O del Joker sin Batman? Pablo Iglesias y Rocío Monasterio. Rocío Monasterio y Pablo Iglesias. Agua y aceite que se van cantando, el uno al otro, como en un tango interminable, «al salir cierren la puerta/ que aquí nadie le ha invitado/ no me interesa lo que piensan».

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Bien es cierto que habría que aclarar que de lo que piensan de verdad los candidatos en esta campaña madrileña poco sabemos, porque todos están muy exasperados, enfurecidos en demasiadas ocasiones, y llenan sus intervenciones de excesiva ira, salvo un candidato, el que se llama a sí mismo 'soso, serio y formal'. Cada vez que leo su lema, he de confesar, es otro hombre el que en mi mente se dibuja mientras me susurra, porque puede susurrarme lo que quiera, «feo, fuerte y formal».

Ángel Gabilondo es el candidato soso, serio y formal -no el hombre que me puede susurrar en sueños, no nos confundamos-, y hay que reconocerle que el lema de campaña se ajusta especialmente bien a su forma de ser, con la que le dice a Iglesias, que también le hace ojitos, «tú te has creío que por ser yo bueno/ que puedes ir pisando por donde friego/ crees que eres el sitio donde estoy cayendo/ pero con la misma que has venío te puedes ir yendo». Bueno, para ser honestos, eso se lo decía hasta hace un par de días. Ahora le dice que sí, que puede pisarle el 'fregao'.

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En conclusión, en la traca final, como pasa en los mejores espectáculos de fuegos artificiales -la palabra espectáculo está escogida a propósito porque en eso es en lo que se ha convertido el escenario político en Madrid-, todos al unísono, todos salvo Ayuso, la miran, la siguen y susurran otro de los hipnóticos e inspirados estribillos de C. Tangana: «Hermano/ esta mujer va a matarme/ se ha propuesto de humillarme/ es feliz con mi sufrir».

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