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Soñando van

Mirando hacia afuera en la Costa Azul sientes la rabia por la distancia sideral entre la opulencia y la miseria

Jueves, 22 de diciembre 2022, 01:45

Antes de subirnos al autocar se me acercaron dos muchachos, abrigados para la temperatura templada en la Costa Azul. Él, con una zamarra de cuero, y ella con un abrigo que le llegaba hasta donde la minifalda. Se me presentaron, como si yo pudiera alumbrarles ... en sus dudas. El muchacho se llamaba Domingo y la chica Araceli, eran canarios y eso explica que trajeran en el cuerpo la temperatura más cálida de las islas. Domingo presentaba en el rostro un gesto doliente, que enseguida me lo hizo saber. «¿Dónde haremos la próxima parada?». Respuesta mía: «En Pisa, para visitar la torre inclinada». Domingo: «Alrededor de la torre, ya sabes, ¿habrá algún sitio donde bajar el pantalón? Ayer comí alguna porquería que me sentó como un tiro». «Hablaremos con Isabel», le respondí, con cierto alivio por mi parte de ser útil y desviar el pensamiento de mis tormentos interiores, y el externo malestar de compartir el asiento con un hombre con instintos de cabra.

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