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En el camino hacia el futuro, la inacción no es neutra. Tiene consecuencias. Asturias las ha sufrido en demasiadas ocasiones. En su propio balance, el presidente asturiano reconoció como una equivocación que la región hubiera afrontando la transición energética como un debate «entre resistir y ... aceptar». El Principado optó por lo primero y antes de que cambiara su discurso político, las empresas habían terminado de desmantelar lo que se pretendía defender. El negocio se había ido a otra parte y tras él cualquier pretensión de aferrarse al pasado. Reconocer los errores conviene tanto como aprovechar los aciertos. Que en Asturias también tenemos.
Esta semana, Armón ha entregado a sus compradores, el grupo mexicano Durandco, de la familia Reynoso, el 'Blue Eagle'. Un barco que trabajará en plataformas petrolíferas del Golfo de México, equipado con un complejo sistema de posicionamiento. Un paso más para un astillero que recogió los restos del naufragio del sector naval gijonés y ha construido sobre ellos una empresa dispuesta a competir sin complejos en todo el mundo. Para cumplir el contrato en plena pandemia, veinte empresas de ocho países y dos mil personas trabajaron bajo la batuta de Laudelino Alperi, que se aventuró incluso a realizar parte de los trabajos en Turquía cuando el confinamiento amenazaba con hacer imposible la entrega. Durante los últimos años, el astillero gijonés ha batallado por buscar nuevos mercados y se ha atrevido lo mismo a construir un catamarán para cruceros que un barco especializado en el tratamiento de crudo que ha costado 150 millones de euros.
Al igual que Gondán, la empresa fundada a orillas del Eo en 1925 para construir pesqueros que Álvaro Platero ha convertido en un referente internacional de la industria naval, Armón también entendió que no podía competir con los grandes astilleros asiáticos, capaces de construir los mayores barcos del mundo a mitad de precio. Quienes se empeñaron en combatir una guerra imposible de ganar ahora están en dique seco. En cambio, estos dos astilleros asturianos alcanzaron a ver que su camino estaba en la solvencia técnica y las garantías de calidad. Más horas de ingeniería y menos de soldadura que ahora les permiten recibir pedidos de todo el mundo y tener garantizado trabajo para los próximos años. Laudelino Alperi y Álvaro Platero supieron romper amarras con el pasado mientras otros sectores se sentaron a esperar un rescate que acabó en una demolición subvencionada. De su travesía Asturias puede aprender más que de muchos héroes de papel que nunca hicieron nada al otro lado de Pajares.
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