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Cuando alguien tan importante se va y, de alguna manera, ha tenido una influencia en tu vida, es inevitable pensar, al menos a mí me pasa, en la primera vez que has visto a esa persona. Creo mucho en esas primeras impresiones y, aunque ya ... sabía de él, y había leído algunos de sus escritos, me interesaba escucharle en persona. Yo ya era universitaria, quiero decir, inclinada ya por la profesión académica, como becaria de formación de personal investigador. Fue en La Granda, en esos cursos de verano que llevan su impronta y me impactó su personalidad arrolladora, su fuerza, aunque claramente ya era alguien que, desde la perspectiva de una joven becaria se ve muy mayor, con una fisonomía que no ha cambiado prácticamente en los últimos 40 años de su vida.
Ante su presencia te percatabas inmediatamente del peso de sus palabras, de su energía, de lo mucho que le importaba lo que estaba haciendo, de cuánto creía en ello. Te contagiabas de su vitalidad y, finalmente, caías en la cuenta del tipo de economista que nunca llegarías a ser, pero que representaba claramente un faro que podía iluminar tu trayectoria. Lo mejor que podemos decir los economistas asturianos que lo conocimos es que es un honor estar en su gremio y un orgullo que alguien de esta patria querida haya tenido tanto peso a nivel nacional y sea responsable de logros tan relevantes como, por ejemplo, algo de lo que seguimos debatiendo en cuanto a su cuantía: el Salario Mínimo Interprofesional. Fue un gran profesor y un gran académico en la Complutense de Madrid. Sin embargo, su notabilísima producción investigadora no fue incompatible con su labor de divulgación y su influencia en la política y en la sociedad. Reconocimientos tan relevantes como el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (1992), el premio Jaume I de Economía (1996), la Medalla al Mérito en el Trabajo (2013), además de numerosos doctorados honoris causa (por las universidades de Oviedo, Sevilla, Comillas, Alicante y Valladolid, entre otras) son la demostración de su talla intelectual.
Me alegro muchísimo de haberle conocido, de haberle escuchado en esos cursos veraniegos asturianos; me alegro de su larga vida y, sobre todo, me alegro de que un asturiano haya sido capaz de logros tan dignos de recordar. Hasta siempre, gran maestro.
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