Qué quieres ser de mayor? Y la respuesta solía ser médico, ingeniero, economista, abogado, profesor... Después, las cosas cambiaron y las preferencias se inclinaron por opciones como 'influencer', futbolista o protagonista de un 'reality show'. Pero ahora, en realidad, las opciones ya se reducen a ... tres: perceptor de ayudas sociales, sherpa (trabajador o autónomo) porteador de deuda pública, o emigrante, porque ahora cuando un español viene al mundo ya no llega con un pan debajo del brazo, sino que recibe una 'solidaria' herencia negativa de 28.000 euros, puesto que la deuda pública española asciende ya a la increíble cifra de 1,31 billones de euros.

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Dicen los iconos de la denominada Economía Conductual, como el israelí Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía del año 2002, que el ser humano para ser consciente del significado de las grandes cifras necesita usar otras unidades de medida diferentes a las habituales. Siguiendo esa pauta, llegamos a la conclusión de que esa deuda de 1,31 billones de euros es equivalente a 75 millones de coches de gama media o a 9 millones de pisos de tipo medio. Otra forma de verlo es que con esa deuda se podrían pagar todas las pensiones españolas durante 9 años.

¿Por qué se ha llegado a esta situación? Sobre todo, por dos razones. La primera es la extrema descentralización del estado español y la segunda por lo que los economistas denominamos 'riesgo moral', concepto por el cual el escocés James Mirrlees y el canadiense William Vickrey fueron galardonados en el año 1996 con el Premio Nobel de Economía. El concepto de 'riesgo moral' es definido por Mirrlees y Vickrey como «aquella situación en la cual las consecuencias de los actos de una persona los paga otra», con lo cual hay un claro incentivo a la irresponsabilidad o, en el caso del déficit y la deuda pública, al derroche. Si en un restaurante cada uno pagase la factura de lo que ha consumido el anterior, todo el mundo se daría banquetes a pleno capricho. Así hemos llegado a donde estamos.

Para analizar la evolución histórica de la deuda pública, el medidor más aceptado es el ratio deuda pública/ PIB. Es evidente que no tiene sentido comparar sólo la deuda pública total de España, con 47 millones de habitantes, con la que pueda tener Estados Unidos, que tiene 330 millones de habitantes, o con los 122.000 que tiene Luxemburgo. Tampoco tendría sentido comparar la deuda de España y Portugal, cuando nuestro PIB es el quíntuplo del portugués. Dentro del mundo desarrollado o 'primer mundo', el triste ranking del ratio deuda pública/PIB está liderado por Japón, con el 235%, seguido por Grecia con el 180% y luego el trío formado por Italia, España y Portugal.

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Un análisis histórico del ratio deuda pública/PIB en España, resulta muy didáctico e instructivo. En 1900, con una España corrupta, caciquil y decadente, enfangada en luchas políticas permanentes y asumiendo 'el desastre del 98' (pérdida de Cuba y Filipinas), el ratio llegó al 101%. Durante las dos décadas siguientes las finanzas públicas estuvieron mejor guiadas, y se redujo la deuda hasta llevarla al 31,3% del PIB, iniciándose otro periodo oscuro y de pésima gestión que desembocó en la Guerra Civil (1936-1939), en cuyo momento ya había ascendido al 59,9%. En la década de los cuarenta hay vaivenes y altibajos en el ratio, como consecuencia de la autarquía en la que estuvo sumido el país. Desde el año 1.953, con un ratio de Deuda/PIB situado sobre el 40%, con la apertura a los mercados y los Planes de Desarrollo y Estabilización, se inicia una época económicamente extraordinaria, tanto por crecimiento del PIB como por reducción de deuda, dando lugar al llamado 'milagro económico español', llegando a finales del año 1.975 casi sin deuda pública, ya que el ratio estaba en el 7,3%.

A partir de finales de los setenta se comienza a desarrollar el estado de las autonomías, lo cual condujo a una extrema descentralización del Estado y a que el número de trabajadores del sector público creciese un 257%, sin que los servicios públicos esenciales fuesen mayores, llegando la deuda pública a alcanzar el 67,4% en 1995. Años de prosperidad económica y políticas económicas coherentes redujeron el ratio hasta el 35,6% en el año 2006. A partir de ahí, la explosión de las hipotecas 'subprime' y la fuerte crisis internacional, unidas a una infinidad de políticas económicas llenas de despilfarros y desatinos, condujeron a un crecimiento explosivo de la deuda pública, situando el ratio por encima del 100%. Y, ahora, el covid-19 ha dado otro empujón por las ingentes necesidades presupuestarias que origina.

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Los trabajadores y autónomos son los sherpas de la economía española, y están asfixiados transportando una pesada mochila llena de trastos costosos e innecesarios. Y se sienten como el burro del gitano (aquel al que acostumbraron a no comer... hasta que se murió de hambre). España necesita restablecer sus prioridades de gasto público para poder atender a las partidas que son la esencia del estado del bienestar. Si se hiciese un referéndum preguntando a la población si prefiere mantener el lote 'sanidad-pensiones-educación', o seguir apostando por un estado muy descentralizado con una burocracia inmensa, la respuesta haría tambalearse muchas prioridades que ahora se dan por inamovibles. Usted, ¿qué prefiere?

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