Borrar
GASPAR MEANA
La selva obliga

La selva obliga

Hace poco se han publicado las cartas que Umbral se escribía con Delibes, de las escasísimas personas que lo conocían realmente. En ellas, Umbral reconoce que su perfil de ogro público responde a la necesidad y se desnuda ante su mentor

Domingo, 18 de abril 2021, 21:59

Me presentaron a Francisco Umbral allá por los inicios de los 2000. Era una fiesta de 'El Mundo', y acababa yo de aterrizar en la capital con la misma intención con la que él aterrizó en el Café Gijón décadas atrás, o sea, hacerme un ... nombre. Umbral ya estaba muy cascado, pero seguramente reconoció en mí a un postulante, cosa que no sé si le pareció bien o mal o, lo más seguro, que le dio igual. Nos presentaron, me dio la mano, le explicaron que yo también era escritor y que venía de fuera, me soltó un «muy bien, insista, insista» con aquel vozarrón grave e impostado, y luego me pegó una manoletina y siguió a lo suyo. Nunca más lo volví a ver. Umbral murió en 2007. Desde entonces, y como casi todos los autores, sufrió un purgatorio en el cual, y durante un tiempo indefinido, se le dejó de leer, a él, que había sido ubicuo durante más de veinte años. Si Umbral pudiera resucitar durante unos momentos, se quedaría ojiplático. No obstante, es algo habitual, a su maestro Cela también le sucedió y uno no sabe durante cuánto tiempo permanecerá en el limbo. Son procesos orgánicos, y no hay vuelta de hoja.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio La selva obliga