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Si bien en las elecciones de 2019 se produjo la pulverización del bipartidismo, ahora, por el propio dinamismo que conlleva la política, la tendencia comienza ... a virar lentamente para volver hacia el bipartidismo clásico, donde el PSOE y el Partido Popular se podrán erigir nuevamente como líderes. Cierto que este viraje llevará su tiempo, ya que las denominadas franquicias emergidas en aquel momento, tanto en la izquierda como en la derecha, y aunque en su día todas nacieron con plazo de caducidad, tardarán todavía un tiempo en disolverse. Auguro que aunque alguna pudiese tocar el bastón del poder, paulatinamente irán desinflándose todas, y en los comicios de 2027 unas habrán pasado a la historia -las del centroderecha seguro, desgraciadamente Ciudadanos va camino de ello- y otras, las situadas en la izquierda, tendrán una mínima presencia, sin unión alguna y devorándose entre ellas.
En relación con lo anterior y con respecto al dinamismo de la política, es recomendable el libro de Carlo Rovelli 'El orden del tiempo', donde el autor italiano mantiene lo siguiente: «El tiempo en la política se ha encogido. Por tanto, ya no se mide por los años de un mandato que se inicia o por los meses de otro que agoniza. Los mandatos también son precarios, como los empleos. La política se ha hecho instante, inmediatez, tiranía del presente, por mucho que sobre la existencia de esta se pueda incluso dudar. No mira atrás, pues no le interesa extraer lecciones de los errores que antaño se cometieron salvo para renacer fantasmas políticos o formatear conductas y modos de pensar. Pero tampoco mira al futuro, pues la mirada cabizbaja de las redes sociales no le permite al político aventurar siquiera cómo resolver los problemas del futuro, de los que en muchos casos ni quiere saber y que cínica e irresponsablemente no le interesan». Respecto a las reflexiones de Rovelli, las franquicias surgidas tras los comicios de 2019 deberían de poner a remojo sus barbas, pues las propias urnas serán sus peluqueros.
Hace unas semanas, en EL COMERCIO, traje a colación al candidato Diego Canga, figura singular que aterrizó en Asturias a principios de año como independiente, para intentar la Presidencia del Gobierno regional con la camiseta del Partido Popular. En aquel momento lanzaba la pregunta de si Canga podría ser el destinatario del voto del gran número de asturianos escépticos y desencantados de la política. Lógicamente, argumenté que serían los comicios del 28 de mayo quienes indefectiblemente resolverían ese interrogante. Ya adelanté en su momento que en Asturias, al igual que en otras comunidades autónomas, las inercias de voto han comenzado a cambiar, apareciendo nuevas tendencias donde el feudo socialista lo sigue siendo, pero menos. Si nos remitimos a la ciencia demoscópica, algunas encuestas indican que el PSOE asturiano repetiría como fuerza más votada, pero con un retroceso de dos escaños, llegando a los 18. El PP experimentaría un importante ascenso, quedando con 17. En todo caso, quedarían ambas formaciones al albur de los posibles aliados, cada uno en su bloque. Foro y Ciudadanos corren el riesgo de no obtener escaño, al no llegar al 3% requerido para ello. En este o un escenario similar será crucial la voluntad de la gente que tenga in mente votar a Ciudadanos o a Foro.
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