El vial de Jove no invita de momento a tirar voladores, y mucho menos a atisbar que a medio plazo podamos ver la maquinaria pesada ... sobre los terrenos en los que estaba previsto construir el fallido túnel soterrado. Si hasta ahora todo el personal era coincidente en lo mal que se habían hecho las cosas, hoy, visto el panorama, se llega a la conclusión de que el problema contaminante y el insoportable tráfico de la zona oeste es lo que menos le importa a una parte de la clase política. Curiosamente, se prefiere a costa del río revuelto ganar réditos electorales. Quiero decir que en este asunto tanto el PSOE como el PP, por pura coherencia política, tendrían que abstenerse de buscar culpables, emprender mayor autocrítica y ponerse juntos a encontrar soluciones. Ellos son los autores materiales de semejante desaguisado. Por ello, de seguir los políticos en la línea de fuego emprendida, tirándose los trastos unos a otros, se puede llegar al absurdo de que los que quieren hacer responsable del dislate de Jove al ministro Puente o, indirectamente, al presidente Barbón, se pueden encontrar con otros que, creyéndose con igual razón, pidieran la comparecencia de los exministros Ana Pastor o Íñigo de la Serna. Y para el caso de que se quisiera seguir tirando de la cuerda, habría entonces que fletar un microbús de una empresa local para la comparecencia de todos los que hayan sido ministros durante los últimos 30 años. Qué es, más o menos, el tiempo que lleva dando vueltas el dichoso vial. Creo a pies juntillas que por ese camino se va muy mal. Abandonar la línea del desacuerdo, remando en una misma dirección, parece la mejor singladura a emprender para demostrar que la política sirve para algo. Y, en concreto, como la mejor herramienta de solución de los problemas de la gente. Lo contrario podría situarnos en la visión peyorativa de Groucho Marx, cuando espetó que la política era el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Creo que de esa situación habría que escapar, tratando de dar con el diagnóstico cierto y después aplicar el remedio acertado.

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Al hilo de lo anterior, y tras la información facilitada a lo largo de estas semanas por EL COMERCIO, se puede extraer lo siguiente: el secretario de Estado del Ministerio de Transportes, José Antonio Santano, trasladó a Gijón, ni más ni menos, lo que los técnicos dictaminaron tras el análisis del proyecto constructivo del vial gijonés. Parece ser que llegaron a la conclusión de que existían importantes contradicciones en cuanto al método constructivo del túnel soterrado, aderezado además con unos estudios geológicos e hidrogeológicos insuficientes y en algunos casos mal realizados. Quedaba clara para el Ministerio la existencia de una enorme incertidumbre y complejidad técnica que afectaba a la viabilidad y seguridad en la construcción de un túnel soterrado en una longitud de dos kilómetros. Sensatamente, advirtió también el secretario de Estado que de seguir adelante con las obras pudiera producirse una paralización de las mismas, con la obligada reformulación del proyecto lo que, a su vez, generaría una casi segura superación de la cantidad de 236 millones de euros aprobada por el Consejo de Ministros con fecha 09-05-2023.

Se puede concluir con que soluciones existen, pero trabajando todos en la misma dirección, tratando de encontrar el remedio acertado al que me he referido anteriormente, una vez, encarados los problemas técnicos existentes. Llevará su tiempo y todos lo sabemos.

Llegados a este punto, quedaría por determinar quién fue el ministro o ministra que, sabedor del problema, no lo dio a conocer en su momento, generando en cierto modo una crisis de credibilidad ministerial como apuntó hace días don Adrián Barbón, de la que para nada se podría culpar al ministro don Oscar Puente, ni al secretario de Estado, el señor Santano.

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En plano diferente, pero afectada directamente como alcaldesa de Gijón, doña Carmen Moriyón, quien, desde el inicio del conflicto, viene demostrando un responsable y sensato temple. Quizás no hubiera estado de más que alguien del Principado, antes de que ella hubiese recibido la fatal noticia en Nuevos Ministerios, la advirtiera de que podían existir problemas técnicos en el vial de Jove. Y ella sabe que un enfrentamiento directo con el ministerio, sin conocer todavía qué posible salida pudiera existir, sería como poner el carro delante de los bueyes, saliendo perdedora la ciudad sin duda alguna. Sabemos los gijoneses, al igual que el actual equipo de gobierno municipal, del necesario entendimiento que Gijón ha de tener con Madrid para sacar adelante los proyectos de ciudad que se encuentran pendientes de ejecución. Quemarse a lo bonzo sin el necesario diálogo institucional y escenificando desencuentros no parece que en estos momentos sea lo más inteligente.

El inicio de este entendimiento se ha de conseguir en el seno del Consejo Social de la Ciudad, convocado acertadamente por la señora Moriyón, donde con la presencia de los representantes del Gobierno del Principado y de la sociedad civil asturiana, partidos políticos, sindicatos, etc., se conformará un equipo de trabajo 'ad hoc' para tratar de encontrar con el Ministerio de Transportes una salida satisfactoria a este importante y complicado proyecto infraestructural de Gijón.

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