La fórmula de los cien primeros días de análisis para un gobierno surgido tras unas elecciones no es nueva. Las democracias modernas la han venido ... clonando como anemómetro de la eficacia gubernamental y ese concepto, salido del Congreso de los Estados Unidos, se le aplicó por primera vez a Franklin D. Roosvelt, quien fue presidente de aquel país en el año 1933. En la actualidad ha perdido toda su utilidad, sirviendo únicamente, como herramienta de 'marketing' político, al ser un periodo de tiempo ridículo. Sí, además, lo que se pretende es predecir lo que el futuro les puede deparar a los ciudadanos durante el tiempo que dura un mandato, el asunto seguirá condenado al fracaso. El actual equipo de gobierno municipal gijonés lo pudo experimentar recientemente y, si no, que se lo pregunten a la alcaldesa, quien hace unas semanas voluntariamente se sometió al test. Con habilidad intentó salvar el tipo, pero a los pocos días el barullo creado por Vox a cuenta del Certamen Internacional de Cine de Gijón hizo que el gobierno tripartito se derritiera a la misma velocidad con la que lo hacen siempre los dos peces de hielo en el vaso de whisky de Sabina. Sara Álvarez Rouco, que terminó pasada por la quilla de la casa consistorial, y un señor al que la oposición ya tacha de tránsfuga y acogido a la placentera nomina municipal, son los principales actores de reparto de la película que a modo del antiguo 'todd-ao' se ha venido exhibiendo estos días en el Ayuntamiento de Gijón. No obstante, la señora Moriyón se asegura de momento el voto para seguir gobernando el municipio, quedando a su conciencia sí la solución a partir del desaguisado con Vox cumple con los cánones de la deontología que siempre ha de presidir la cosa política. Es cierto que la decisión, bien sea ortodoxa o no, es difícil de tomar por todo lo que de escora gubernamental podría conllevar, esta siempre mala para los intereses del municipio.

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A partir de ahora doña Carmen Moriyón deberá cuidar el corcho embutido en la lona azulona del flotador pepero, al no quedarle más remedio que agarrarse al mismo, una vez que Pumariega y González le largaron cabo suficiente al salvavidas, y quienes a pesar de no ser coincidentes con Foro en los planteamientos de algunos proyectos tales como El Muro, el Plan de Vías, o Naval Gijón, desde el minuto uno ya trasladaron públicamente que se cumpliría a rajatabla lo pactado con la señora alcaldesa para evitar la zozobra del gobierno gijonés. De igual manera, a nadie se le escapa que, por aquello de la carambola política, en esta no deseada crisis de gobierno quien más beneficiado sale es el PP gijonés, quien en su mano tiene la calculadora con batería suficiente como para cambiar las matemáticas en la bancada municipal si la formación política Foro se tirara al monte. Nada es descartable y en política, como en el domingo de Tip y Coll, todo es posible.

De cara a la gobernanza municipal y en tiempos de galerna consistorial, sería recomendable plegar velas y mirarse en el espejo de las corporaciones regidas por Vicente Álvarez Areces -popularmente 'Tini'-, quedando reflejado el periodo comprendido entre los años 1987 y 1999, donde esta persona, de manera clarividente, siempre supo, a través de su mente matemática y llena de sentido común, que el interés general de Gijón y sus proyectos generadores de bienestar social y de riqueza solamente podrían salir a flote si se conseguía el máximo consenso posible. Articulándolo, por un lado, con la oposición y, por otro, con el sector empresarial. Eran tiempos en que la política municipal circulaba con las luces largas, y gracias a Izquierda Unida y al Partido Popular, formaciones comandadas por personas que siempre pisaron firme en la casa consistorial, como Jesús Iglesias y Mercedes Fernández, 'Cherines', actuando alejados de cualquier interés partidista, votaron a favor de Gijón, coadyuvando de esta manera a sus grandes transformaciones. Por todo ello, si en la actualidad hablamos de la política municipal gijonesa para la resolución de los grandes y eternos problemas de nuestra villa, no se puede dejar de lado al grupo municipal socialista, quien arrastra la mayoría de votos en la ciudad y que aunque no gobierne podrá decir algo en sentido constructivo, siempre y cuando recurra a la esencia dejada por Tini. Para conseguirla tendrá que moderar su tono en su ya legitimado derecho como partido de la oposición, en aras siempre de un entendimiento democrático y sin confundir churras con merinas cuando se dirige a los gijoneses, al menos, en estos primeros compases del mandato. Apunto aquí como posible apéndice de la voluntad de entendimiento entre partidos haber incluido al PSOE local en el Consejo de Administración de Gijón Al Norte. De momento la cosa no va por tratar de buscar acuerdos entre unos y otros, siendo esto tan preocupante o más que la crisis originada por el partido de Abascal. En conclusión, a quien tiene la difícil responsabilidad de gobernar la ciudad, y para el beneficio de los gijoneses, no le queda más remedio que utilizar la herramienta del consenso general. Pero sin imposiciones, y pensando que nunca se puede estar en la total posesión de la verdad. La reflexión, la prudencia y el dialogo continuado, con concesiones políticas, tendrían que ser los referentes de un sensato gobierno para Gijón.

En esta crisis de gobierno quien más beneficiado sale es el PP gijonésNo queda más remedio que utilizar la herramienta del consenso

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