Decía Oscar Wilde, novelista británico del siglo XlX, estandarte del esteticismo victoriano, que el único deber que tenemos con la historia es reescribirla. No es ... mi preferencia deslizarme hacia los fangosos terrenos de la política, donde he de reconocer que navego con dificultades. De igual manera, resulta obvio que en nuestra ciudad el deber apuntado por Wilde tendrá que esperar un tiempo incierto todavía, para que se pueda reescribir algo sensato sobre su urbanismo o, si se quiere, sobre su desarrollo infraestructural huérfano. Todo desde que Vicente Álvarez Areces dejó de ser alcalde de Gijón. Es el caso de los proyectos que atañen a la villa de Jovellanos que ya apestan a putrefacción, como el eterno Vial de Jove -en estudio de la mejor propuesta-, La ZALIA -de momento, a dos velas-, el Plan de Vías -en cansino canto gregoriano a ninguna parte- y El Muro -a la espera de que hable el freático playero-. A menudo han sido utilizados los cuatro como reclamo electoral, pero sin el menor latido de voluntad política para intentar sacarlos del pozo. Y eso que la actual alcaldesa ya transitó por ellos durante dos legislaturas. Hoy, sentada de nuevo en el sillón consistorial, para su desdicha se le vuelven contra su cabeza como un maldito bumerán. Si para Carlos Gardel, en su maravilloso tango, «20 años no es nada», para nuestra ciudad, condenada al ostracismo urbanístico, el transcurso de más de dos décadas supone una eternidad. La conclusión a la que se puede llegar es que los deseos urbanísticos citados jamás fueron una preferencia para nuestros políticos locales y, mucho menos, para los regionales.

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Al hilo de todo esto, ha llamado la atención que en la reciente visita del ministro Óscar Puente no se le hubiera preguntado, a través del señor Barbón, sobre el estado actual de la integración ferroviaria de Gijón, a pesar de que el presidente de Asturias hace unos meses ya le había manifestado a la alcaldesa Moriyón que para él era un asunto prioritario. A decir verdad no lo parece tanto, ya que al máximo mandatario de Asturias, como a las ilustres alcaldesa y vicealcaldesa, es como si les hubiese comido la lengua el gato. Creo, y coincidirá mucha gente conmigo, en la aseveración de que el mal endémico no se localiza en el señor Puente, quien hace escasas semanas se puso al frente del gigante ministerio, quedando claro que no le ha dado tiempo a digerir el enorme elenco de asuntos que actualmente pesan sobre la mesa de su despacho ministerial. Por contra, el citado mal se encuentra localizado en el errado actuar de los propios gobiernos municipales de Gijon, especialmente, en los de las tres últimas legislaturas. A decir verdad tampoco resulta muy halagüeña la iniciada hace ocho meses, comandada por la alcaldesa con su proel, la vicealcaldesa, esta en representación del Partido Popular municipal, subida a bordo del balandro propiedad de Foro Asturias. Por esta razón, difícilmente podrá sustraerse la afamada regatista Pumariega a las críticas que más tarde o más temprano le pudieran dirigir los ciudadanos de Gijón, si de nuevo les vienen curvas a todos los reclamos urbanísticos y de infraestructuras comprometidos en campaña electoral por doña Carmen Moriyón.

Llegados a este punto, parece lógico y sensato sacar del estado de momificación en el que el señor Barbón y la señora alcaldesa pusieron el pasado verano a Luis Manuel Flórez, popularmente 'Floro', representante del PSOE gijonés, a quien ambos le negaron el pan y la sal para poder colaborar a través de propuestas en los proyectos hartamente comentados. Cualquier habitante de Gijón podría preguntarse cómo el presidente de los asturianos, sin contar con los socialistas gijoneses, va a ponerse al servicio político de foristas y populares, precisamente en un municipio donde ganó el partido socialista. Que no pudo gobernar por la unión de los que demandan ayuda política para que Gijón pueda ser escuchado en Madrid. Sin ningún género de duda pudiera parecer el mundo al revés.

Sí, es deseable que algún día se encuentre un consenso sincero entre partidos para la resolución de los eternos problemas de nuestra ciudad y si realmente ese pudiese ser el camino, tanto Carmen Moriyón como Ángela Pumariega ya están tardando en 'resucitar' a Floro, quien seguramente alguna influencia tendrá como líder de la oposición municipal, o a través de la Agrupación Socialista gijonesa, para que el ministro Puente, de idéntico credo político, les reciba y de esta forma, plantear al exalcalde vallisoletano la necesidad de sacar del marasmo a los proyectos gijoneses de su competencia. Estoy seguro de que esta persona al servicio del interés general de los españoles algún compromiso podrá contraer con Gijón. Merece la pena intentarlo.

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