No descubro nada si digo que la villa de Llanes, declarada por Alfonso X El Sabio como «muy noble y leal», con la adhesión de ... todos sus hermosos rincones, fenómenos naturales, pueblos y aldeas del concejo, encontrándose a la vez tutelado por el mar Cantábrico y por la sierra del Cuera, constituye un referente turístico nacional de primer orden, que ya quisieran otras regiones de España. Su palpable entorno privilegiado, la infraestructura turística de calidad -gracias al continuado esfuerzo de los hosteleros llaniscos, enrolados en las activas asociaciones Otea Llanes, Allares y Llanescor- y el impulso, por qué no reconocerlo, de las diferentes corporaciones municipales, han conseguido que el concejo tenga identidad propia. Aderezada con una histórica tradición marinera que, a su vez, le otorga una personalidad especial a sus gentes, costumbres, fiestas y gastronomía, confiriendo a la villa unos importantes valores que han hecho en los últimos años que miles de personas, no solamente asturianos, sino de otros lugares de España y extranjeros, la hayan escogido como destino turístico tanto en temporada veraniega como invernal. Un invierno que también tiene encantos y atractivos, sobre todo en los fines de semana y fiestas de guardar.
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Tampoco se puede negar que el municipio ha sido escenario del rodaje de multitud de películas, convirtiéndose la industria del celuloide en cooperadora necesaria para divulgar sus excelencias y que ha creado una interesante ruta, con veinticinco puntos de encuentro cinematográfico debidamente señalizados. Quién no recuerda 'El Abuelo', de José Luis Garci, con el irrepetible Fernando Fernán Gómez en el cementerio de Niembro. O 'Remando al viento', de Gonzalo Suárez; la serie 'La Señora', de Luis María Güell; 'El corazón del bosque', de Gutiérrez Aragón, y 'El orfanato', de Bayona. Esta última rodada en una buena parte en el Palacio de Partarríu -siglo XIX-, donde hoy, gracias a la iniciativa privada, el singular inmueble, hasta hace bien poco devorado por la maleza, se transforma para uso turístico y en su enorme parcela crear un espacio residencial importante. Tan pronto se vea culminada la obra, todo el conjunto constituirá un referente en una de las principales entradas a la villa, zona que ya se conoce como 'la milla indiana' por la multitud de inmuebles con una arquitectura cosmopolita que los emigrantes o sus herederos trajeron de ultramar, como prueba de éxito en aquellas tierras, habiendo sido construidos la mayor parte a finales del siglo XIX y principios del XX y que actualmente, y de manera milagrosa, todavía se mantienen en pie. De igual forma, es de esperar que el Palacio de La Concepción, también conocido como de don Sinforiano Dosal, con obras iniciadas para protegerlo de la ruina total, pueda ver pronto su destino final para uso hotelero, si bien lo cierto es que desde 2018, en que se anunció el comienzo de su rehabilitación, poco se ha avanzado.
Pues bien: al hilo de lo anterior, en 2003 la epidermis de un brazo de Llanes comenzó a ser tatuada de manera tan curiosa como sorprendente y, hasta cierto punto, discutida, con la obra realizada por el magnífico artista polifacético Agustín Ibarrola. A quien se le ocurrió pintar con diferentes mensajes una buena parte de los bloques de hormigón que conforman la escollera de protección del puerto de Llanes, actuación que fue titulada por el recientemente fallecido artista vasco como 'Los cubos de la memoria'. Tras la muerte del autor, el pasado 17 de Noviembre, el promotor de que Ibarrola dejara su huella en Asturias, el exalcalde de Llanes Antonio Trevín Lombán, relataba a EL COMERCIO cómo se había parido el arranque de lo que hoy es un referente cultural internacional, algo constatable a través de las principales publicaciones dedicadas al arte contemporáneo. Contaba Trevín que tras un desayuno de trabajo con el artista vasco, y preguntándole sobre la previsible ubicación del fresco en el muro interior del puerto, Agustín Ibarrola rápidamente le contestó que su obra no iría allí, y sí sobre una buena parte de los bloques a la intemperie, que afortunadamente desde hace años pueden ser contemplados por todo el mundo. Dicho esto, resulta del todo incomprensible que hayan pasado dos décadas sin que se haya gastado un solo euro en su conservación, a pesar del reconocimiento internacional de la obra y siendo un distintivo turístico de Llanes. Y es que parte de la actual corporación municipal en su día dejó al albur de todo tipo de suertes la rehabilitación de lo realizado por el pintor y escultor bilbaíno. Y ahora, una vez que la nueva corporación se ha sensibilizado con el tema, ha de tomarlo como una prioridad para el venidero 2024. Mejor en los primeros meses, ya que los efectos abrasadores del sol de verano, así como el devastador salitre marino acompañado del nordeste asturiano, poca tregua de subsistencia le darán a la pintura aplicada, para que esta pueda mantenerse con la dignidad que se merece y en atención a lo que universalmente representa.
Es de esperar que pronto se pongan manos a la obra, tanto el sucesor de Ibarrola junto a Jorge Ayus, Carlos Rodríguez y Francisco Miyares, tres artistas asturianos como la copa de un pino y a quienes les sobra conocimiento para emprender la conservación de lo que popularmente se conoce como 'los cubos de Llanes'. Ojalá pronto lo podamos ver.
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