Usurpo a Gabriel García Márquez el título del presente texto, transportándolo desde su magnífica novela publicada en 1981, incluida en alguna lista entre las 100 ... mejores en español del siglo XX. Y lo hago para referirme a lo que ya se da por hecho, como es la prohibición de uso en precario del Monasterio de Valdediós al Círculo Cultural que lleva su mismo nombre, para la realización en ese lugar de todas sus actividades. Como ya todo el mundo conoce, el cenobio cisterciense situado en territorio maliayo, en un paraje de extraordinaria belleza y lleno de espiritualidad, conforma un conjunto medieval en torno a una de las joyas del prerrománico asturiano, como es San Salvador de Valdediós, más conocido como 'el conventín'. En ese incomparable lugar, colaborando instituciones, organismos públicos, empresas del sector público y privado y particulares, en 1998 comenzó la cimentación de un proyecto que, sin ánimo de lucro alguno, fue bautizado como el Círculo Cultural de Valdediós y que coadyuvó de manera importante a la difusión de la música de cámara, la poesía, y, a la vez, a convertir el conjunto monacal en un referente de visitas a nivel nacional. Todos los que componemos esta asociación hemos colaborado con las diferentes órdenes monásticas que allí se alojaron, con respeto absoluto al culto practicado por sus monjes y sensibilizados de igual manera con todos sus actos religiosos, tanto en la Navidad como en la Semana Santa. Si titulo estas líneas que me brinda EL COMERCIO con que la expulsión de Valdediós era una muerte anunciada, lo hago con la base de que poco antes del verano Martín Caicoya, en calidad de presidente del Círculo, nos trasladaba la frustrante noticia de que el Arzobispado de Oviedo daba por finalizada la graciosa concesión efectuada en su día para utilizar el sacro lugar, por unas razones llenas de sombras y trasladadas a modo de 'ucase zarista', sin la mínima posibilidad de intercambiar un necesario diálogo con el órgano eclesiástico.

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Habiendo pasado el verano sin noticia alguna proveniente del Arzobispado, ya intuimos que no había marcha atrás, y la ratificación de la expulsión se produjo mediante el envío de la convocatoria a todos los socios para la celebración de una asamblea general extraordinaria el próximo 21 de este mes, en el salón de actos del Ateneo de Villaviciosa, sede de acogida en nuestro peregrinar desde que se nos echó del santo lugar. En la propia convocatoria viene ya la propuesta de disolución de la asociación y su liquidación contable. Creo que la situación que se ha creado -y asumiendo algún error por nuestra parte, que hubiera podido incomodar a la institución eclesiástica a la que, dicho sea de paso, ya se le pidió perdón- no puede dar lugar a dinamitar el Círculo de Valdediós y menos pensar que no hay vía de regreso al lugar que nos vio nacer hace 25 años. Si ello ocurriera, llegaríamos a una incomprensible tesitura difícil de explicar a los asturianos y, por supuesto, a los muchos que con firmes creencias religiosas allí nos encontrábamos ubicados. En nuestra condición de creyentes, por estricta coherencia con la religión que profesamos, hemos de ser absolutamente respetuosos en todo lo que atañe a la institución eclesiástica y principalmente con sus decisiones, siempre y cuando estas vayan necesariamente investidas de una lógica e imprescindible racionalidad. Lo contrario nos llevaría a la subjetividad y al relativismo de una Iglesia más localizada en la edad media que a una que responda lógicamente a los postulados propios del siglo XXI. Creo, sin temor a equivocarme, que nuestra permanencia o no en el monasterio haya podido quedar al albur de razones como que el Círculo de Valdediós se definiera como asociación laica, o que se nos afee no haber dado el pésame por la muerte de don Gabino Díaz Merchán, o que el señor Caicoya propusiese hacer un museo del prerrománico asturiano en el monasterio de Valdediós. La verdad que no parecen causas que pudieran atentar contra la divinidad y, mucho menos, que se puedan tipificar como conductas sacrílegas y, por ello, en mi humilde opinión hay carencia de motivos para que se nos expulse de la casa monacal, al igual que hizo Jesús con los mercaderes del Templo de Jerusalén por llenarlo de ganado y tablas cambistas. No es lo mismo y, por consiguiente, de mantener el Arzobispado dicha medida habría que situarla en los tiempos de Benedicto XIII -el Papa Luna-, época terriblemente convulsa para la Iglesia Católica por el conocido Cisma de Occidente, en la que se acuñó la célebre expresión de 'mantenerse en sus trece'. Muy posiblemente por la terquedad del citado cabeza de la Iglesia, habiendo sido incapaz de renunciar al pontificado sabiendo que el ya no era el legítimo pontífice. Esa situación posteriormente quedó popularmente adherida a cuando una persona o institución se aferra a sus opiniones o situaciones, a pesar de que se le demuestre con argumentos irrebatibles que está equivocada. Por ello, admitir esas causas como detonante del desahucio del monasterio supondría retroceder siete siglos, cuando los conflictos de la Iglesia con la sociedad civil los resolvía el tribunal de la Santa Inquisición con el resultado que todos conocemos a lo largo de muchos siglos de existencia.

Está claro que los socios católicos del Círculo Cultural de Valdediós no queremos volver a las tinieblas del medioevo, pero el Arzobispado ovetense, al no escucharnos y dándonos un portazo, hace que ya lo podamos pensar. Finalmente, sólo un diálogo abierto entre las dos instituciones, inexistente hasta ahora, con un nexo de unión como es la maravilla del monasterio cisterciense de Valdediós, lo podría arreglar. Ojalá que así pueda ser en beneficio de todos.

El Arzobispado no ha dado la mínima posibilidad al necesario diálogo

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