A lo largo de los años, a quienes en su día cumplimos de manera obligada con el noble deber patrio del servicio militar, paulatinamente se ... nos ha ido borrando de la memoria la letra del himno sacrosanto del deber de la patria y del honor que tanto entonamos en nuestros diferentes destinos. Cierto es que a la mayoría de los que pasamos por la mili -y sin entrar en otras consideraciones mayores, referidas a lo que nos pudo aportar la experiencia pasajera- no cabe duda de que nos dejó buenos recuerdos de convivencia, difíciles de olvidar. A ese respecto, para los que quisieran recordar sus tiempos cuarteleros, sin necesidad de flagelarse demasiado, resulta recomendable y hasta divertida la lectura de 'Ardor guerrero', de Antonio Muñoz Molina, premio Príncipe de Asturias de las Letras. Al hilo del abundante anecdotario recogido en el libro de Molina, del que seguro que nadie se podrá abstraer en el recorrido de todos sus pasajes, en alguno hace referencia a absurdas situaciones y a arrestos incomprensibles que se producían en su cuartel y, por extensión, en cualquier otro en el que hicimos el servicio militar. De manera personal, fuera de reemplazo como artillero valiente del RACA 42 de Córdoba, más tarde ascendido a furriel de la batería de servicios -todo un carrerón-. A título anecdótico también, un buen día recibí la orden de arrestar a un viejo camión, proveniente de la famosa ayuda americana del año 1968, participante en la guerra de Corea. El vehículo militar quedó fuera de servicio en un tendejón, muerto de asco. El hecho punible, un fallo en los frenos que, a su vez, lo implicó en un pequeño percance de tráfico sin mayores consecuencias. Puedo asegurar que tras catorce meses en el citado regimiento, y una vez obtenida 'la blanca' -cartilla militar-, allí seguía el camión, abandonado a su suerte.
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Tal estado de cosas, aunque con otra dimensión, se me presenta ahora como parangón de lo ocurrido en los últimos años con mi amada Sogepsa, que un día, de buenas a primeras, de manera incomprensible quedó condenada a un arresto indefinido sin precedentes. La reducción casi total de su actividad, con desidia premeditada, casi la hizo pasar por el umbral de su disolución. No se puede negar que, efectivamente, la hoy más publica que mixta sociedad en un momento dado padeció una equivocada gestión política y gerencial, quedando en tela de juicio su magnífica reputación, ganada a lo largo de muchos años gracias a un ingente trabajo y esfuerzo de un equipo de profesionales como la copa de un pino. No es menos cierto también que algunos políticos, de izquierdas y de derechas, con actitud irresponsable, la utilizaron en aquel momento como arma arrojadiza para intentar afear el hacer de un gobierno, en aquel caso socialista.
Por otro lado, nadie con dos dedos de frente, puede obviar y, por tanto, es obligatorio recordarlo, la función que esta sociedad pública ha tenido siempre como ente instrumental al servicio del Gobierno regional y de los principales ayuntamientos de Asturias. Sin ningún género de duda, y por méritos propios, Sogepsa quedó convertida en una de las mejores herramientas de ordenación del territorio del Principado. Llegado a este punto, sintiéndome humildemente legitimado para destacar el buen hacer de esta mercantil, estimo necesario en este espacio que me brinda EL COMERCIO volcar algún dato para calibrar adecuadamente el alcance que ha tenido la misma. Se puede constatar, hasta notarialmente si se quiere, que desde su creación promovió y gestionó 29 actuaciones residenciales para construir 24.000 viviendas, un 70% de ellas en régimen de protección; 24 parques empresariales-industriales, urbanizando más de 5.000.000 m2 brutos y creando 1.081 parcelas de uso industrial y comercial. Además de la prestación de servicios en asesoramiento urbanístico en más de 200 proyectos para diferentes ayuntamientos de la región.
Hoy, Sogepsa tiene un nuevo punto de partida, siendo justo reconocer que el exconsejero Juan Cofiño, actual presidente de la Junta General del Principado, con destacable sensatez la encaminó a su obligada adaptación a las nuevas directivas de armonización del derecho europeo, iniciando su despegue para conseguir que paulatinamente se convierta en una entidad de capital enteramente público. La localización de Amazon en el polígono de Bobes constituye el mejor mascarón de proa de una empresa que permanentemente ha venido trabajando para el crecimiento de toda Asturias, sin encasillamientos políticos, haciéndolo tanto para gobiernos del PSOE como del Partido Popular. Es de esperar que la consejera de Transición Ecológica, Nieves Roqueñí, su actual presidenta, le dé en los próximos meses el necesario impulso a esta entidad pública de reconocida solvencia regional, para que de esta manera pueda seguir trabajando en beneficio de toda la gente que vive en nuestra región, ayudando a que todo el mundo pueda tener una vivienda digna, o una parcela industrial para el ejercicio de una actividad empresarial. Ojalá que pronto podamos ver el levantamiento del arresto a Sogepsa. De producirse, ella misma demostrará que es uno de los mejores entes públicos del Principado.
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