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Pico y pala

Las nuevas leyes tuteladas tienen como consecuencia que para perseguir a unos pocos se nos robe la espontaneidad

Lunes, 11 de septiembre 2023, 01:48

Desde que Judas plantara su famoso ósculo en la mejilla de Jesús, entregándolo a Pilatos, los besos se han ido sucediendo como muestra de cariño, antesala del placer o la traición. Los hay de tantos tipos como practicantes, materializando un vestigio de nuestra fase oral ... y de la actividad nutricia que desde el nacimiento nos convierte en mamíferos. Durante décadas, los que demostraban amor se vendían caros, sobre todo cuando era una española quien los daba, consagrando esas relaciones de copla, desiguales y aventuradas, en las que los protagonistas echaban a suertes una felicidad indisoluble, con una elección que debía durar toda la vida. Intentábamos salir a tientas de esa oscuridad, aproximándonos como podíamos al sexo opuesto, cosechando cobras y fracasos cuando nos aventurábamos a robar ese precioso botín que anticipaba el éxito posterior. Viendo todo ello con perspectiva, resulta un milagro que los de mi generación saliéramos medio normales, cuando para obtener los favores de nuestras pretendientes no teníamos otra opción que el salto al vacío.

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