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Según el Génesis, Dios nos hizo de barro. Más tarde le devolveríamos el favor, replicando nuevos dioses con el mismo material con el que fuimos hechos nosotros. A todos nos suena la Venus de Willedorf, prototipo de exuberante divinidad nutricia, buena para procrear y perpetuar ... el clan, una diosa sin rostro que la identificara, ni pies para escapar de su rol biológico. Bastante menos conocida es la Venus Durmiente del hipogeo de Hal Saflieni, en Malta, una oronda mujer que aparece tumbada en un camastro, al parecer, soñando, sirviendo de médium en favor de una comunidad, cuatro milenios más antigua que la nuestra. Aquel era un mundo precientífico, que avanzaba a trancas y barrancas practicando la 'oniromancia', el arte de adivinar el futuro por medio de los sueños. Con arcilla se hicieron los primeros recipientes para que comiéramos y bebiéramos, de manera diferente a los demás animales. El legendario jugador rojiblanco Valdés siempre invocaba al barro, como a un 'general invierno' que servía para doblegar a los rivales mediante la garra y el pundonor de quién se la juega frente a su propia grada.
El presidente volvió a cortar el cable correcto, desactivando por un tiempo el sueño catalán, que solo la torpeza de los populares convirtió en pesadilla para todos. Al paladín gallego parece que el fracaso se le ha subido a la cabeza, y a falta de hilos que mover en Europa se disuelve como chocolate a la taza en su propia lama, rehén de unos acuerdos nefandos, que allí donde gobiernan pretenden volver a vencer en una guerra que ya ganaron, intentando abolir la memoria y disfrazándola de falsa concordia. Uno a veces tiene la sensación de que estas entregas periodísticas son como 'el cuento de la buena pipa', un bucle melancólico con más nudos que una alfombra afgana, un ejercicio tan inútil como dar voces dentro de un cubo, esquivando lugares comunes para acabar cayendo en la más penosa irrelevancia. Como Diógenes de Sinope, estoy buscando seres humanos con los que resonar, para elevar nuestra vibración, hasta alcanzar juntos una masa crítica que haga avanzar el mundo siquiera un milímetro. El caos siempre antecede al orden y demasiado orden acabará engendrando caos. Nuestra única opción es escoger la manera de no autodestruirnos por un exceso de caos o de orden. Las alternativas están abiertas, llenar el buche o cumplir sueños, acumular o compartir, colaborar o competir. Practicar el bien con los ojos abiertos, porque cuando la bondad se vuelve débil, el mal se convierte en poderoso y la sonrisa se transforma irremediablemente en una mueca. Nadie debería tener que caminar sobre el filo de una navaja, ni hundir al otro en el fango para tener razón.
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