Es uno de los acontecimientos más discutibles y discutidos por los historiadores, pero, como tantas veces hemos dicho, la historia es la más científica de las literaturas y la más literaria de las ciencias. A despecho de los que defienden tener razón basándose en documentos, ... que en la mayoría de las ocasiones son testimonios de parte o simples falsificaciones, esta cruzada fue un movimiento espontáneo que se originó tras la supuesta visita de Jesucristo a la tierra, apareciéndose a un niño en dos ocasiones, alemán o francés, según quién lo cuente. La milagrosa llegada del Redentor, increíble para los que piensan que hay que ver para creer, en vez de creer para ver, tenía el objetivo de que los Santos Lugares, en poder musulmán, fueran recuperados por un ejército desarmado de infantes, que con su fe e inocencia conseguirían mágicamente que los escenarios de la vida y muerte de Jesús pasaran de nuevo a manos cristianas. Quizás no es casualidad que estos hechos sobrenaturales se desarrollaran en el año de 1.212, el mismo en que las armas cristianas vencieron a los almohades en las Navas de Tolosa. En aquellos días, los reinos de Castilla, Aragón y Navarra no discutían de dineros ni competencias, pues un enemigo común siempre es el mejor bálsamo para limar cualquier diferencia y si no existe ese adversario se inventa, o se le va criando poco a poco amamantado por el rencor.

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Por esos intrincados caminos de las redes hay quién dice que cualquier día unos sofisticadísimos hologramas hiper realistas se presentaran ante nuestros ojos, convertidos en invasores alienígenas, para que una humanidad aterrada ponga en manos de un puño de hierro la poca libertad que nos queda. Pero hablábamos de historia, no de teorías 'conspiranoicas'. Habíamos dejado a cientos de niños, sin tutela familiar, dispuestos a llegar a Jerusalén de cualquier forma. El relato sigue con la aparición repentina de siete embarcaciones en el puerto de Niza, dispuestas a trasladar gratuitamente al piadoso cortejo hasta su objetivo. Después del naufragio de dos naves, en aguas de Cerdeña, son cinco los barcos que arriban a Alejandría, donde los niños supervivientes son vendidos como esclavos. Como cada época tiene sus atrocidades, ahora son otros niños los que hacen el camino inverso. Ellos no son una leyenda y mueren como chinches en los umbrales de la opulencia. La suerte no es mucho mejor para los que despedazan las bombas sionistas, con una crueldad propia del rey semita Herodes, que, igual que los modernos asesinos que robaron Palestina a sus legítimos dueños con una excusa religiosa, terminó, según la Biblia, con una generación de inocentes. Estas siembras de odio permanecen mientras dura la memoria. Luego no vale lamentarse.

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