Cuando uno alcanza la edad madura, una de las cosas más difíciles de aceptar es que no existe un solo lado correcto de la historia, quizás sólo algunos menos malos, y que la división dual resulta una ilusión que sólo consigue que seamos más simples ... aún de lo que ya salimos de fábrica. Urtasun se marcó una de comecuras, prefiriendo el circo a París. Mal ministro de Cultura es quién pasa por alto que París bien vale una misa. A este muchacho le hubiera encantado haber nacido en el barrio de La Mina o en el Somorrostro de 'Los Tarantos' o ser un 'pijoaparte' creado por la pluma de Juan Marsé. Un hijo de la emigración murciana o andaluza, un 'charnego' iletrado con plumas de pavo real, pero el paladín de la causa se tuvo que conformar con ser 'pijo' y punto, un cruzado más, deconstruyendo el relato dominante, que no construyó nada en su vida. Es más cómodo descolonizar museos que hacerlo con las mentes, pero estos conceptos resultan ajenos para un burócrata que cree que lo que ha sido levantado desde arriba debe ser dejado caer desde las mismas alturas, sin esperar a que los contribuyentes tomemos nuestras propias decisiones.
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Quién les escribe, sin ser ejemplo de nada, se deleita en aprender de alumnos ultramarinos como Alexander, un limeño trasplantado en Oviedo, que se ríe de la corrección política consiguiendo que sea precisamente aquello que nos diferencia lo que nos hace estar próximos. Sólo está seguro de su identidad quién la lleva forjada en la piel, no los que componen la que conviene cada vez para salir en la foto. Escuchando hablar a mi alumno de los pormenores y secretos del panteón inca, no puedo dejar de pensar que antes de azotarnos por unas culpas que no nos corresponden deberíamos molestarnos en conocer lo mucho que quedó de aquello que la colonización intentó destruir. Siempre creí que lo mejor de España era América, y que en aquel continente aún resuenan las voces de nuestros tatarabuelos, con sus luces y sus sombras, enfrentándose a lo desconocido como mejor supieron, en un tiempo en que la vida humana sólo tenía interés como vía a la salvación eterna. Menos golpes de pecho y más saber de la cultura Topará o de la Chavín, o conocer cómo funcionaba el 'quipu', un arcaico sistema de almacenamiento de información a base de cuerdas de distintos colores, de algodón y lana, propio de las regiones andinas, que utilizaban los diferentes tipos de nudos que hacían en ellas para guardar informaciones de los antepasados, como un remoto sistema binario que preservaba la memoria de los muertos al servicio de los vivos. Que Viracocha perdone su estupidez.
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