Dícese de todo aquel rostro, maquillado u operado, con intención de parecerse al efecto creado artificialmente para, supuestamente, embellecer a los usuarios de redes sociales. Los filtros, como los barnices, están pensados para cubrir los defectos, homogeneizar lo diverso y cubrir los poros por los ... que respira la piel. Hacen la función que ejercían las fajas y las pelucas, o los pañuelos que lucían nuestras abuelas cuando no habían tenido tiempo de lavarse el pelo. Si MacLuhan viviera entre nosotros, tal vez sustituyera su estribillo «el medio es el mensaje» por algo así como «el filtro, o el miedo, es el mensaje». Miedo a que se nos perciba tal y como somos, considerando las arrugas como estragos del tiempo, cuando en realidad deberían ser las huellas de las risas y lágrimas que acompañan a la sabiduría, criada en la barrica de roble de los años.
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Este tamiz que cubre las imperfecciones se extiende a todos los aspectos de la existencia. A la belleza, aunque sea aparente, se le perdona todo, igual que al dinero no se le afean sus faltas de ortografía. Hay épocas en las que el progreso resulta reaccionario y lo reaccionario progresista, quién sea incapaz de asumirlo hará el ridículo envuelto en una bandera que ya no conserva ninguno de los valores que en su momento pretendía representar. La comodidad siempre ha sido enemiga del logro y hay pocas cosas tan incomodas para un ego hipertrofiado como cambiar de idea, aunque con ello te liberes del peso de una creencia que resultó ser mentira y de las falsas amistades a las que sólo atraía la ideología que supuestamente compartíais. Si la gente habla de ti a tus espaldas, eso sólo puede indicar que tu vas por delante, desbrozando un camino que esos mismos transitarán cuando sea ratificado por el resto del rebaño. El progreso real sólo aparece después de una sucesión indeterminada de errores. Los que hoy admiran las obras de Vivaldi ignoran que ellas sólo fueron posibles profesando un cargo sacerdotal con escasa vocación y haciéndose responsable de coro de huérfanas sin recursos, con las que podía experimentar, sin riesgo, unas ideas musicales radicales para su tiempo. Cuando el 'ministerio de la verdad' se haga real, no solamente se perseguirán las noticias falsas, en el mismo saco caerán todas las verdades molestas que puedan incomodar cualquier relato oficial, del signo político que sea. Aunque parezca incomprensible, hay partidos que medran con los problemas y otros que fracasan cuando los solucionan. La felicidad tiene una fórmula matemática que consiste en multiplicar el placer y dividir el dolor y asumir que ni uno ni otro duran siempre. La fórmula de la política es poner siempre cara de filtro.
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