Decía Leonard Cohen que a veces uno elige de qué lado está simplemente viendo quién está del otro lado. Convertir este aforismo en norma sería tanto como abolir los tonos grises y eliminar la posibilidad de ver pasar serenamente las pedradas entre unos y otros, ... resguardado en el escepticismo. Buscar la concordia a cualquier precio es como poner un torniquete para detener la hemorragia, una solución provisional que permite ganar tiempo, pero puede terminar con la necrosis del miembro afectado si no se sutura la herida. La situación institucional ha formado un hermoso charco de cieno en el que chapotean felices aquellos que ven la situación con tanta claridad que el resplandor les impide ver al otro, negándole el derecho de ser deslegitimándole.
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Probablemente nada de esto hubiera pasado sin la complacencia de algunos gobiernos con las fuerzas centrífugas, que se convirtió en porrazos de las fuerzas del orden reprimiendo una manifestación testimonial, sin base legal, al ser convocada de manera unilateral y violentando las garantías que el Parlament debería ofrecer a todos los catalanes. El «a por ellos» de los españolitos más rancios y la resistencia centralista a homologar el autogobierno catalán con el cupo vasco, generó una situación por la cual una parte del electorado catalán fue encarcelado simbólicamente, al ser condenados a prisión sus representantes legítimos. Para completar el vodevil, el president consiguió burlar el mayor despliegue policial de las últimas décadas, para pasar a ejercer de absceso perianal al amparo de una monarquía y un partido flamenco y xenófobo. Todo lo que podía salir mal salió mal, y los castigos no mermaron el ímpetu de los descontentos, laureados por el carácter que brinda el martirio. Quienes acusan a Sánchez de aferrarse al puesto olvidan que un político tan maquiavélico y poliédrico podría encontrar un acomodo mejor pagado en cualquier entidad trasnacional, algo bastante más difícil para un jefe de la oposición sin idiomas ni perfil internacional. Según las últimas encuestas, el independentismo ha perdido fuelle, situándose por primera vez en minoría. Algo habrá tenido que ver la acción apaciguadora del Gobierno central y su compromiso con la amnesia, palabra que comparte raíz con amnistía. Un olvido como el que se nos impuso implícitamente para aceptar una monarquía otorgada, bajo la amenaza de las fuerzas intactas del franquismo.
El 'kintsugi' es un milenario arte japonés que consiste en reparar con oro los objetos quebrados, resaltando las grietas en vez de intentar ocultarlas. Algo así ha hecho el presidente, un zurcido visible forzando las costuras de nuestro ordenamiento jurídico y premiando con dinero a los díscolos. Enfrente hay jaurías envueltas en banderas preconstitucionales y esvásticas. Traguémonos entre todos este sapo a la salud de lo que nos une.
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