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Los sueños que no recordamos al despertar hacen el mismo trabajo invisible que los panaderos mientras dormimos, amasando el pan que mañana comeremos. Sólo hay una cosa peor que perder la memoria y esta es quedarse a vivir en ella, apropiándose de las conquistas ajenas ... y mostrándolas como un logro personal. Sólo hay una cosa peor que mentir y es presentar una realidad paralela como cierta. Baudrillard distingue entre «disimular» y «simular». En el caso español la extrema derecha disimula el problema de la violencia de género, negando su carácter sistémico, mientras que la izquierda simula unas soluciones que generan nuevos problemas. Suponiendo al presidente Sánchez ávido lector de Maquiavelo, no me extrañaría que las leyes que han dividido al feminismo sean una armadilla para alejar a los morados de un hipotético éxito electoral. Nunca disponemos de la cantidad exacta de sentido común que necesitamos en cada momento. Si tenemos poco, nos tiraremos en paracaídas sin la certeza de que este se abra antes de llegar al suelo. Si tenemos demasiado, tendremos miedo hasta de subir un escalón para no molestar al que lo está ocupando.
Una de las peores cosas que se pueden decir de alguien es que es 'hijo de su generación', las generaciones suelen ser malas madres cuando tienen que dividir el afecto entre tantos vástagos. Lo único que debería unir a los contemporáneos son los recuerdos no el inmovilismo. El feminismo tiene tantos matices como feministas porque es una aspiración universal y humanista, no una ideología dogmática que estrecha sus límites según la voluntad de sus ministras. Es un pensamiento y una acción en permanente construcción, que triunfa en la medida en que es capaz de empapar de su esencia a espíritus dispares, sin ocuparse en separar a justas y pecadoras. No se trata de imponer una nueva moral, sino de revivir los tiempos en los que la mujer era el centro de la sociedad. Entre la hetaira griega y la matrona etrusca había menos distancia que entre la mujer moderna y urbana del mundo post-industrial y las mujeres de las sociedades más empobrecidas y atrasadas, en las que su máximo logro es la maternidad. Aún hoy en día hay manuales que definen a la hetaira como una especie de prostituta ilustrada, cuando en realidad eran mujeres libres que no se ataban a un solo varón y practicaban su sexualidad siguiendo el modelo masculino. En Etruria existía una igualdad que permitía a la mujer obrar con una libertad que para sí quisieran muchas sociedades actuales. La única certeza acerca de la meritocracia es que en el mismo lugar en donde nosotros nadamos, otros no hacen pie y se terminan ahogando. Lo demás es agitación y propaganda.
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