Mucho antes de que Maggie Gyllenhaal o Chloë Sevigny se subieran al molómetro, estaba Sigourney Weaver (y claro que, entre las actrices vivas, también está Gena Rowland). Son mujeres que molan. No tienen que ser especialmente guapas o buenas actrices o lo que sea, pero ... tienen algo que las diferencia. También, sí, está la aceptación de quienes dicen qué es lo guay. Mi afición por Sigourney, que no es una rareza, hace que en 'Armas de mujer', siendo mezquina y malvada, la prefiriera a la meliflua de Melanie Grifith (es como preferir a Escarlata antes que a Melania). Sigourney siempre ha sido guay. Si encima suelta en los Goya que Bill Murray le contó que su dobladora española la mejora y ella va y reconoce a María Luisa Solá, pues rompe el molómetro. Solá es una de las grandes actrices de doblaje todavía en activo. Ya dobló a Eve Marie Saint en 'Con la muerte en los talones' y es la voz habitual de Sigourney y de Glenn Close. Todo reinas.
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