La ausencia de un '9' lo condiciona todo
Rogelio García
Lunes, 10 de febrero 2025, 01:00
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Rogelio García
Lunes, 10 de febrero 2025, 01:00
Finalizó el mercado invernal de fichajes sin más novedades en el Sporting que las conocidas incorporaciones de Dotor y Nico Serrano, dos buenos jugadores. Ambos darán un plus en calidad y cantidad. La no llegada del deseado punta tiene dos explicaciones aparentemente sencillas. La primera, ... que no hay más dinero. Y la segunda, que su fichaje posiblemente conllevaría la salida de un futbolista. Y eso significaría reconocer un error. Otro más en esa posición de '9'. La otra versión, la de que no era un fichaje necesario, no se la cree nadie.
La nueva lesión de Otero deja en evidencia la planificación de una plantilla con tan solo un delantero centro específico, con quien, además, el entrenador apenas cuenta. Esa, y no otra, es la realidad. Disfrazarla enfada aún más a una afición cercana al hartazgo.
El Sporting repitió ante el Eibar el habitual 1-4-3-3. En esta ocasión la variante a defensa de cinco apenas existió al emparejarse Olaetxea con Madariaga, media punta rival. El equipo rojiblanco entró con intensidad al partido, ganando duelos y balones divididos. No duró mucho.
Conocedor Albés de la acumulación de futbolistas por dentro que suele realizar el Eibar, intentó abrir el campo con Guille Rosas y Dubasin por la derecha y Pablo García y Nico Serrano por la izquierda. El equipo llegó por fuera con continuos cambios de orientación. Hubo numerosos centros pero sin apenas remate. Sin un '9' posicional (Campuzano no tiene esas características), los balones frontales nunca se ganaron, ni había suficiente presencia en el área en los envíos laterales. No se remató ninguno. La estrategia ofensiva fue un auténtico dolor.
El juego de ataque del Sporting quedaba reducido a desmarques de ruptura al espacio, ante la imposibilidad de pelear con cierto éxito balones enviados desde la banda. Es un déficit tan importante que dificulta cualquier fútbol ofensivo. Pocos equipos, si hay alguno, no tienen, no solo uno, sino dos delanteros de referencia. La confianza del míster en Caicedo la demuestran los hechos y no las palabras. Y esos son tan evidentes como esclarecedores.
El lamentable estado del campo ayudó a cometer errores impensables en acciones técnicas sencillas. Perjudicó el ya no muy fluido ataque estático gijonés. El equipo estuvo firme y contundente en defensa. Las dos puertas a cero consecutivas es lo más positivo a rescatar del encuentro.
La expulsión de Carrillo en el minuto 52 hizo cambiar el dibujo al míster. El 1-4-4-2 propició más espacios, más llegadas y más presencia en el área rival, pero no hubo acierto en el remate ni buenas decisiones en el último pase.
El Eibar no perdió nunca la cara al partido. Incluso estuvo a punto de lograr la victoria. Un empate que vuelva a bajar los ánimos de todos. Es difícil aspirar a más con un déficit tan notable en un puesto clave. Es muy evidente.
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