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En julio del año pasado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, repitió por dos veces la famosa frase de «hemos derrotado al virus». Lo hizo durante sendos actos de apoyo a los candidatos socialistas en las elecciones vascas y gallegas. Lo que ocurrió después es ... de sobra conocido: han llegado dos olas más y estamos quizá inmersos en una cuarta. El martes, por sorpresa, anunció que no solicitará al Congreso una prórroga del actual estado de alarma. Esto significa que decaen buena parte de las restricciones que tenemos. Entre ellas, las de la movilidad con los cierres perimetrales y el toque de queda establecido. Todo ello, a más de un mes de que llegue el 9 de mayo y con una pandemia que es capaz de acelerarse muy (pero que muy) rápido. Asimismo, tampoco concretó el mecanismo por el cual se combatirá en el futuro los posibles rebrotes del coronavirus o sus cepas. Dice que se tratará en el Consejo Interterritorial de Salud con los respectivos consejeros autonómicos. Francamente, dudo mucho que este organismo tenga capacidad jurídica para imponer nada en caso de ser necesario. Pregunto, ¿es casualidad que no quiera prorrogar el estado de alarma (o entrar en un agrio debate parlamentario) durante las semanas previas a las elecciones madrileñas? ¿No estará toda la política de Sánchez bailando a ritmo de chotis?
Por si fuera poco, anuncia que antes de agosto 33 millones de españoles estarán vacunados. O sea, el 70% de la población. Lo hace basándose en la llegada de más dosis, pero dependiendo de lo que hagan las respectivas comunidades autónomas. Es decir, el ritmo de vacunación es cuestión logística de cada territorio y no de la voluntad del Gobierno central. Recordemos que ahora mismo son sobre 2,8 millones de personas las que han recibido una segunda dosis y, por tanto, para cumplir este ambicioso objetivo, habría que pinchar en poco más de cuatro meses a 30 millones. Además, el suministro de vacunas no es la primera vez que falla y hay dudas sobre los efectos secundarios de una de las marcas. En concreto, la de AstraZeneca se encuentra bajo investigación por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y puede que se vuelva a restringir (incluso detener) su uso por edades. Tenemos, pues, que el calendario anunciado a bombo y platillo es una pura entelequia: depende de factores que el Ejecutivo no puede controlar. Vuelvo a preguntar, ¿no estará Sánchez bailando también a ritmo de chotis con las vacunas?
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