Secciones
Servicios
Destacamos
Decía Ernesto Sábato que no hay casualidades sino destinos. No sé si ha sido la casualidad o el destino, pero estos días mi casa está llena de la música de Chopin que mejor encaja con lo que estamos viviendo. Lo está viviendo Ucrania, pero también ... nosotros, claro. Frédéric Chopin compuso su primera serie de estudios para su amigo Franz Liszt, una auténtica fuerza de la naturaleza al teclado. El estudio nº 12 en Do menor de dicho Opus se conoce como 'Estudio revolucionario'. Una pieza brillante que mi primogénito toca con maestría y musicalidad y que yo, que siempre he sido una pianista más mediocre, interpreté en el examen de mi último curso de carrera. El estudio apareció con la Revolución de los Cadetes, el Levantamiento de Polonia contra Rusia en noviembre de 1831. Este gran compositor no podía participar debido a su frágil estado de salud, así que descargó sus sentimientos sobre la revolución en muchas piezas musicales, de las que la más conocida es este 'Estudio revolucionario'. Chopin dijo más tarde, a propósito del fracaso del alzamiento contra Rusia: «Todo eso me ha causado mucho dolor. ¡Quién podría haberlo previsto!». Por tanto, es de la Revolución de los Cadetes de donde toma el nombre este estudio.
Aunque es una pieza para desarrollar técnicas específicas para estudiantes de piano, los estudios de este compositor romántico se han utilizado con frecuencia como piezas de concierto por su extraordinaria belleza musical. Lo que me transmite este estudio chopiniano, con sus compases iniciales de escalas rápidas, largas y hacia tonos graves, principalmente con la mano izquierda, mientras la derecha toca acordes que exigen abrir muchísimo la mano -una tiranía constante de Chopin y no digamos ya de Liszt que tenía una mano enorme-, lo que reproducen esas interminables semicorcheas en la mano izquierda, es la rabia, el dolor, la impotencia contra el invasor ruso, la propia impotencia de Chopin, un tuberculoso que no podía ayudar de otra manera y lo hizo con su música. Los polacos fracasaron contra el poderío ruso, pero la fuerza y el sentimiento del pueblo privado de su libertad y soberanía está recogido en esta maravillosa obra chopiniana que perdura. El arte es lo que sobrevive y bien pudiera ser esta la banda sonora para los ucranianos en este momento, llenos de rabia, de dolor, de impotencia, contra la fuerza militar rusa que pretende privarles de su libertad. Como pensaba Chopin: «¡Quién podía haberlo previsto!».
No era improbable que este tirano ruso, este aspirante a zar loco, que fue agente de la KGB, terminase por hacer lo que hizo, pero confieso que en todo momento pensé que los líderes europeos le harían entrar en razón. Escribo estas líneas llorando y pensando en esas vidas ucranianas que se están perdiendo -'Ukrainian lives matter', of course-, pero también en los soldados rusos. Gentes rusas se revelan en las calles contra la decisión del sátrapa. De repente, chicos veinteañeros ucranianos, en lugar de asistir a sus clases en la Universidad se ven obligados a acudir al frente para defender a su país. ¿Para qué? ¿Para que les suceda lo que nos cuenta Erich Maria Remarque en 'Sin novedad en el frente'? ¿Para destrozar vidas humanas, las de los que mueren y las de los que sobreviven que quedarán marcados por el horror? La ambición desmedida de un tirano al que le parece poco el inmenso territorio ruso ¿puede seguir provocando esto en pleno siglo XXI? ¿Para qué se han creado alianzas, uniones de países tratando de aprender de los errores pasados buscando la estabilidad y la paz? Mientras haya locos con cabezas comidas por el veneno nacionalista y con enorme poder militar, esto puede volver a suceder.
Le faltó tiempo a otro inconsciente enfermo de nacionalismo, Oriol Junqueras, ex vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, para comparar la invasión a Ucrania con Cataluña: «En ambos casos hay una agresión exterior de un Estado que quiere imponerse», afirmando que Kiev estaría «encantada» de tener una mesa de negociación. «Pues en nuestro caso, tres cuartos de lo mismo», ha afirmado en alusión a la mesa de diálogo entre la Generalitat y el Gobierno para solucionar el conflicto catalán. «Hay una agresión exterior por parte de un Estado que quiere imponerse y que está condicionado por sus tentaciones autoritarias internas». Un diputado de Junts hizo la misma comparación y Junqueras expresó su preocupación por la situación en Ucrania afirmando que «el autoritarismo y la corrupción» de Putin es similar al que ve en algunos partidos españoles. ¿Se puede estar más enfermo?
Dicen los expertos en geopolítica y geoeconomía, entre los que no me encuentro, que parece que en cuestión de semanas Moscú puede forzar un armisticio que en la práctica suponga el sometimiento de Kiev. Abundando en ello, es posible que esté en juego un nuevo orden mundial sustitutivo del orden liberal internacional que hemos vivido en Occidente desde Breton Woods y en el conjunto del planeta desde la derrota soviética en la Guerra Fría de la segunda mitad del siglo pasado. Según Josep Piqué, las nuevas reglas del juego vendrán dictadas por autocracias cuya actuación viene guiada por su capacidad para usar la fuerza y su absoluto desprecio por la legalidad internacional. Ojalá se equivoque, pero no le quito razón. Las consecuencias de todo tipo, también económicas, que traerá consigo aún no las podemos calibrar. Putin, sin duda, ha oscurecido nuestro futuro.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.