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Sin duda, lo que está pasando en el socialismo local debería ser objeto de reflexión por ambas partes. Tanto por el lado de nuestra alcaldesa, Ana González, como en la propia Agrupación Socialista de Gijón. Las cosas no suceden porque sí. Es decir, este grupo ... de militantes que solicitan unas primarias seguro que no quieren ejercer ese derecho de forma caprichosa, sino que saben de sobra el desgaste que conlleva para el partido. Sin embargo, han dado el paso esgrimiendo el sentir de la calle para evitar, dicen, una dolorosa derrota en las urnas. Es un hecho que Ana González no ha sabido conectar con los gijoneses. Entre otras cosas, porque se dedicó a gobernar en base a dogmas ideológicos. Sobre todo, en materia de movilidad, donde el único concejal de IU ha campado a sus anchas sin ningún límite. Dicho de otra forma: a veces parecía que la alcaldesa estaba más cómoda con él, que con su propio equipo. De hecho, la gran mayoría de manifestaciones y malestar ciudadano ha venido por ahí: porque desde la concejalía de Movilidad han complicado la vida a muchos (demasiados) gijoneses. Por otro lado, tampoco parece que entendió muy bien cuáles son los símbolos de esta ciudad. Fue lo que pasó en El Muro -con sentencia condenatoria incluida- sin ir más lejos. No sé, Ana, algo habrás hecho mal cuando tus propios compañeros te discuten la candidatura.
Hecho insólito en alguien que presume, claro, de recuperar la alcaldía para el PSOE después de ocho años de travesía del desierto.
A la Casa del Pueblo le tocaba trasladar esa inquietud ciudadana a su primera edil, pero nunca lo hizo. La anterior directiva se dedicó a seguirle la corriente a González y punto. Esto es, en ningún caso advertirle de que no era el camino y
que resultaban difíciles de entender ciertos aspectos de su gestión. Por ejemplo, lo que sucedió hace ahora un año. Me levanto, leo que dos toros que se lidiaron en El Bibio se llamaban 'Nigeriano' o 'Feminista', y decreto por impulso básico lo de «Se acabó la Feria de Begoña». De aquellos polvos, estos lodos. Tenemos, pues, que ese malestar general (interno y externo) no se supo canalizar y como consecuencia vino el cambio a una nueva secretaría general. Desde luego, muy distinta a la anterior y con mucho más espíritu crítico. Ahora bien, eso no ha impedido que se produjese un «reventón térmico». Sí, exactamente igual que los climatológicos y debido a la alta temperatura política que se alcanzó.
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