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Respeto, justicia y reflexión
EN POCAS PALABRAS ·
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Dicen quienes tuvieron la suerte de conocerla que Olivia era una niña con una sonrisa imborrable y una curiosidad que denotaba su inteligencia. Así la dibujaron en su homenaje sus compañeros del colegio Corazón de María. Nada más justo ni imprescindible que honrar su memoria. ... Por eso este artículo tampoco podía comenzar con otra cosa que no fuera su recuerdo, porque de otra forma, lo primero no sería lo más importante. Olivia ha sido la víctima de un crimen abyecto, imposible de encajar en los límites que entendemos por humanidad. Cualquier palabra para describir los actos de un ser humano se queda corta para definir que una madre asesine a su propia hija. Pero esto es lo que ha ocurrido en Gijón. Y no puede ignorarse ni esquivarse porque son los hechos. Lo mínimo que debemos exigirnos ante una víctima para evitar la sinrazón es no cuestionar su condición ni buscar justificaciones a un crimen que no las tiene. Por eso cabe agradecer que hayamos visto a todos los partidos unidos en un mismo acto de homenaje y condena por la muerte de Olivia y se entiende tan mal que alguien quiera aprovechar esa circunstancia para pedir votos o dimisiones. Por más razones que se puedan esgrimir, cualquier cuestión en ese momento debería situarse después del respeto.
Mal punto de partida sería otro para demandar lo que exige, sin matices, una víctima: justicia. Esto aún se lo debe nuestra sociedad a Olivia. Tanto como un análisis en el que pocos han ido más allá del ejercicio de encajar los hechos a la medida de sus ideas. Muchas opiniones, más emocionales que razonadas, que contrastan con la realidad que exponen jueces de Familia como Ángel Luis Campo, quien advierte de que nuestra justicia es incapaz de dar soluciones rápidas a los conflictos por los hijos, no ha logrado desarrollar secciones especializadas, tampoco ha conseguido establecer las adecuadas conexiones con los servicios sociales y anda más que corta de personal y medios para ofrecer unas garantías a los menores que al menos nos hagan pensar que nuestro sistema de protección funciona de forma razonable. Este jurista reconoce que muchas batallas legales por la custodia no acaban con una sentencia, sino cuando los hijos llegan a la mayoría de edad. Ante este panorama, cuesta entender el tiempo dedicado a determinadas polémicas por una clase política en la que todos se arrogan la protección de nuestros hijos como su prioridad.
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