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La presidenta del PP asturiano, Teresa Mallada, achaca la crisis de su formación a «la falta de atención a los afiliados». En concreto, decía en la Junta Nacional de su partido que «en una organización lo más importante son los afiliados y hay que estar ... pendientes de ellos». Reflexión, sin duda, que es cierta, pero que en absoluto representa la génesis de esta crisis que termina con la convocatoria de un congreso extraordinario. De hecho, la implosión del PP tuvo lugar en los conciliábulos madrileños. Es decir, en que presuntamente desde dentro del partido se investigó a la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, por las suculentas dádivas mercantiles de su hermano. Una historia donde se mezclaron varias cosas. Por un lado, los celos de la dirección nacional al éxito electoral de Ayuso y, por otro, el que esas comisiones producidas en plena pandemia, todavía no se encuentren suficientemente explicadas. En cualquier caso, no vemos por ningún lado que el militante de a pie pueda aportar nada en una guerra interna de este calibre. Simplemente, asistió como un espectador más al terrible espectáculo cainita que se vivía en la calle Génova. Saliendo, eso sí, a cercar la sede con su apoyo mayoritario a la presidenta madrileña.
Otra cosa, es el papel que juegan los militantes populares. Dado que el partido no es muy dado al sistema de elección en primarias de sus líderes, lo único que se les pide es que paguen la cuota y poco más. Sus opiniones son consideradas casi como una anécdota, dentro de las asambleas convocadas regularmente al efecto. Las decisiones importantes se toman por parte de élites que buscan su supervivencia. No debe resultar nada sencillo ver como, por ejemplo, las candidaturas autonómicas y municipales de 2019 se impusieron desde Madrid. Hecho, por cierto, que Mallada atribuye directamente al secretario general dimitido, Teodoro García Egea. Decía el organizador de este congreso, Esteban González Pons, que no será de «refundación», sino «como cuando se bloquea el ordenador y hay que apagarlo y volverlo a encender». A la postre, un reseteo. Pues bien, esperemos que este reinicio político sirva también para hacerlo más participativo. O esa, que unos pocos no se retroalimenten, mientras que los afiliados actúan como convidados de piedra dentro de la organización. Para mí, sigue resultando una anomalía que no puedan elegir a sus candidatos, mediante un sistema de primarias.
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