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En absoluto pienso que Gijón sea una ciudad peligrosa. Más bien, lo contrario. Nuestros índices de seguridad ciudadana son de los más elevados del país. Al menos, eso dicen los informes policiales al respecto. Uno puede pasear o disfrutar de la noche con total seguridad. ... Sin embargo, eso no quita para que tengamos algún que otro episodio desagradable. Sobre todo, en verano donde coinciden una serie de factores que favorecen a los violentos. Entre ellos, el que la ciudad tiene una alta afluencia turística con ganas de fiesta. En ocasiones, quizá, de forma incontrolada. Así, resulta habitual que por estas fechas tengamos alguna que otra algarada callejera, más que nada, porque hay quien no entiende las celebraciones sin armarla. Incluso aunque en la actualidad nos encontremos en plena pandemia y a las puertas de volver con las restricciones del cuatro plus. Recordemos que este clima insano tuvo su culmen con la agresión a Germán Fernández: el joven que en julio de 2017 recibió una brutal paliza en Fomento que lo dejó con lesiones neurológicas de por vida. Desde luego, lo que desgraciadamente le pasó a Germán supuso un toque de atención hacia cómo puede llegar a derivar el ocio nocturno, cuando se realiza sin control.

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