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En vísperas de las penúltimas elecciones autonómicas en Madrid sorprendió la candidatura presentada por el Partido Popular. Se trataba de Isabel Ayuso, una joven inexperta y prácticamente desconocida. Las especulaciones enseguida atribuyeron el encargo a una decisión personal del presidente del partido, Pablo Casado, con ... el que había compartido algunas actividades en sus comienzos como miembros de las juventudes populares y mantenía amistad.
Sus primeras intervenciones públicas fueron bastante desafortunadas, pero sorprendentemente, aunque en las elecciones ganó el PSOE, ella consiguió mayoría coaligándose con Ciudadanos. Hasta que se cansó, rompió con sus socios, convocó elecciones de nuevo y arrasó. Expertos atribuyeron su éxito a la campaña, en que había dejado de lado los problemas de la Comunidad para centrarse en las críticas furibundas al Gobierno y particularmente a Pedro Sánchez. Su triunfo fue muy celebrado en el partido.
Claro que entre los compañeros no tardaron en surgir los primeros augurios de que su éxito acabaría convirtiéndose en un problema para el partido. Y así fue. Su popularidad y su vanidad oculta se le subieron a la cabeza y sólo le faltó proclamarse 'reina' de Madrid, a pesar de que la capital, que políticamente es más importante, tenía un alcalde bien valorado por la calle, al que eclipsó desde su populismo arrollador. La señora Ayuso enseguida mostró su ambición de poder y empezó a exigir que el partido celebrase un congreso regional que la nombrase presidenta en Madrid. Algunos colegas de otras comunidades y líderes nacionales se pusieron en guardia ante sus ambiciones, y no tardaron en expresar en privado preocupación ante su giro rebelde a la jerarquía y la disciplina del partido. Su peso electoral y la simpatía que despertaba en los sectores más conservadores la avalaban. La guerra contra Casado se estaba fraguando.
En la campaña para las elecciones de Castilla y León participó como la gran estrella, pero algunas de sus intervenciones, muy polémicas, obligaron a sus superiores a retirarla discretamente. Desde el momento en que se conocieron los resultados, se posicionó, contra el criterio del candidato, Alfonso Mañueco, y del propio Pablo Casado, defendiendo un Gobierno compartido con Vox. De echo ella se poya en la extrema derecha en la Asamblea autonómica. Pero en política juegan todos y en la dirección del PP no se quedaron cruzados de brazos. Ante la convicción de que la Ayuso, como se la conoce, estaba rompiendo el partido, bucearon en su vida, alguien puso detectives a investigar y se ha descubierto y filtrado a los medios que su hermano se había beneficiado, a través de un amigo común de ambos, en concursos públicos en el ámbito de la sanidad.
Se cifra en 280.000 euros la comisión que recibió el hermano. Ella no lo niega, pero dice que todo fue legal. El escándalo estalló el jueves. No deja de sorprender que haya sido el propio partido quien denuncia. Ella se defiende acusando a sus compañeros, mientras en los ambientes cercanos se asegura que lo que ella pretende es hundir el débil liderazgo de Casado y para ello ha empezado por romper el partido.
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