Entiendo que el presidente del PP, Alberto Nuñez Feijóo, no debería cometer los mismos errores en Asturias que sus antecesores. Esto es, buscar remedios fáciles para resolver la eterna crisis en que se mueven los populares asturianos. Recordemos que cuando el expresidente Mariano Rajoy se ... vio en la misma tesitura para los comicios autonómicos de 2012, optó por una medida conservadora: recuperar la figura de Mercedes Fernández, política veterana y de sobra conocida por los asturianos. Resultado: el PP asturiano se estancó en torno a los 11 diputados.
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Pablo Casado, en cambio, fue mucho más tajante. Utilizó su dedo para designar candidatos a nivel autonómico y municipal, pasando por encima de la organización regional sin mayores miramientos. Resultado: la mayoría de sus fichajes resultaron chuscos y el PP bajó en escaños (10 en la actualidad), pese a la caída en picado de Foro. Ahora, el equipo de Núñez Feijóo, se encuentra en una situación similar. Ve que el impulso del político gallego a nivel nacional, no va a ser suficiente como para optar a ganar en nuestro paraíso natural. Entre otras cosas, porque el votante de centro-derecha asturiano ha perdido la fe. Dio la oportunidad a los populares de ser alternativa al todopoderoso socialismo, pero no la supieron aprovechar. Es más, los líos, barullos (palabra de moda) y continuas divisiones es el poso que le queda al votante de la derecha en su partido referente. Sin duda, esto es lo que Feijóo debe cambiar.
¿Y cómo se hace? Pues, a mi juicio, con una profunda renovación. Ojo, pero de verdad. Es decir, no moviendo a los que todos conocemos de puesto y punto. Lo que quiere ver el simpatizante de este espectro ideológico son caras nuevas. No a los mismos, contentos de seguir haciendo lo mismo durante otros cuatro años. Es más, diría que su electorado está ávido por volver a recuperar la ilusión. Algo que han perdido, repito, como consecuencia de los continuos terremotos internos. Sin embargo, lo que están transmitiendo desde Génova resulta en cierta forma inquietante. Más que nada, puesto que representa un coqueteo con el pasado en toda regla. Naturalmente, hablo de la famosa comida con Francisco Álvarez-Cascos en Castropol. Además, explicada como una estrategia para la unificación del centro-derecha. ¿En serio? ¿Acaso creen en Madrid que van a unirlo así? Alberto, esto solo se soluciona mediante la audacia. De ninguna manera, con un regreso al pasado.
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