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La defensa del medio ambiente y la lucha contra la contaminación son muy importantes en los tiempos que vivimos. Pero... ¿no se habrán precipitado algunos gobiernos y organizaciones internacionales al sacrificar al carbón como una fuente de energía segura y digna de ser preservada como ... alternativa de futuro? Lo están poniendo sobre la mesa los acontecimientos mundiales que se están produciendo, como la guerra de Ucrania y algunas reacciones polémicas, pero pragmáticas.
Depender del petróleo y el gas ha sido muy cómodo, pero al final empieza a descubrirse que tiene más riesgos de los que se temía. Para empezar, genera una dependencia muy fuerte de los países productores que aprovechan no solamente para sacar sus rendimientos económicos, lo que es lógico - cada uno aprovecha lo que tiene -, sino para utilizarlos como instrumento de presión para otros objetivos, como está haciendo Rusia.
La alternativa de la energía nuclear está constantemente cuestionada por quienes la confunden con su utilización militar y, curiosamente, por los que más protestan, con razón, ante el encarecimiento de la electricidad y otros servicios. De repente nos encontramos con la gasolina a dos euros el litro y las calefacciones, que tan confortables nos hacían los inviernos, amenazándonos con morirnos ateridos de frío.
Es evidente que queda el carbón, la energía con más tradición y garantías como alternativa segura. En algunos países están reabriendo las explotaciones mineras y otros ya lo han hecho. El caso más elocuente, no es el único, Alemania, que había cerrado el cuarenta por ciento de las plantas nucleares, ahora vuelve a recurrir a las minas y, es de pensar, a la profesionalidad de los mineros.
En España también se incurrió en el mismo error: se cerraron centrales nucleares, se anuncia el final del resto de las que están activas y, al mismo tiempo, se redujo de manera muy sensible la extracción de carbón. Como suele ocurrir, todo se hizo de forma bastante precipitada y sin planificar las alternativas. La posibilidad de la vuelta del carbón, como aparecía estos días en un titular de prensa, pone a Asturias en el foco.
Asturias y el carbón son inseparables. Mantener nuestras minas activas es una garantía que esperemos al menos sensibilice a la sociedad de lo que el carbón ha significado, que aún significa, y el mérito que refleja la historia de los mineros que arriesgaron sus vidas en condiciones de trabajo muy duras para que todos disfrutáramos de calor en los hogares y energía para el desarrollo de la industria.
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