Reconstrucción en el PP asturiano
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Alo largo de su carrera política, Alberto Núñez Feijóo ha demostrado no solo su capacidad para ganar elecciones. Cuatro mayorías absolutas le acreditaron en su ascenso al liderazgo del PP. También ha dejado claro lo que no es. Ni incauto, ni crédulo ni débil. Por ... más que en Asturias algunos miembros de su partido actuaran como si lo fuera. El presidente de los populares tiene claro su modelo de partido, el que entiende que es capaz de ganar elecciones y si no, al menos, de sostenerse en una estructura lo bastante sólida como para tener la posibilidad de conseguirlo. Y en Asturias no la encontró. Por más que trataran de endulzarle la vista con encuestas halagüeñas o demostraciones de una inexistente unidad, la cúpula de Génova entendió que la realidad era otra. No solo porque sus sondeos tuvieran poco que ver con lo que pregonaban los populares asturianos. Sobre todo, porque la supuesta unidad interna llevaba demasiado tiempo resquebrajada. Es imposible construir un partido capaz de ganar elecciones sin solventar las diferencias internas, apoyarse en una estructura territorial sólida y abrir el abanico lo suficiente como para captar votos más allá de los incondicionales. Tampoco es que a Teresa Mallada se le escapara nada de eso. Falló su estrategia. Pero sobre todo, su entorno. En política, ayuda más una buena crítica que un mal consejo. A un líder nunca le faltarán palmeros, pero necesita la lealtad de quienes son capaces de decirle lo que piensan aunque no le guste. Álvaro Queipo quiso jugar ese papel, pero el círculo de la presidenta se había cerrado tanto que los admiradores solo admitían a los forofos. Aunque en cuatro días, Teresa Mallada echará más en falta a muchos de estos hinchas, preocupados en recolocarse a toda prisa, que a sus adversarios.
El 2 de abril llegó a Génova un equipo que nada tenía que ver con sus predecesores. Más preocupado de forjarse su propia opinión que de conformarse con la primera versión que le contaran. Y dispuesto a pasar el trago de un cambio drástico si entendía que era necesario. Que habló con todos, con afines a Mallada y detractores de la presidenta. Incluso con quienes en los últimos años habían sido denostados. Su conclusión fue clara. El PP de Asturias necesitaba un cambio. La sustitución de Mallada y la elección de un nuevo candidato es el paso más traumático de un profundo cambio de reconstrucción en el PP de Asturias. En el que Teresa Mallada también debe jugar su papel. Ser «parte de la solución», como ella misma ha dicho. Pero es lo que su partido necesita. Y también la política asturiana, que anda sobrada de conciliábulos y falta de altura de miras.
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