Las casualidades de la vida, o quizás el destino, me llevaron a sintonizar en directo el Maratón de Chicago mientras escribía este artículo sobre Eliud Kipchoge. En ese momento, presencié asombrado cómo su compatriota Kelvin Kiptum, apodado 'El Heredero', batía el récord mundial de maratón ... de Eliud Kipchoge. Kiptum se convirtió en el primer hombre en la historia en correr un maratón en menos de dos horas y un minuto, desafiando seriamente la mítica barrera de las dos horas en condiciones reglamentarias.

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Sin embargo, esta hazaña, en lugar de eclipsar la grandeza de Eliud, sirve para resaltar aún más su trascendencia en la historia del atletismo mundial.

Eliud Kipchoge, el menor de cuatro hermanos creció en Kapsisiywa, un pequeño pueblo en el condado de Nandi. Su madre era maestra, y su padre falleció cuando era aún muy joven. Como muchos atletas africanos, su pasión por correr nació de la necesidad. Cuando era niño, corría solo como medio de transporte para ir y volver de la escuela, sin darse cuenta de que justo en esos momentos estaba forjando los cimientos de una carrera deportiva excepcional.

Después de graduarse de la Escuela Secundaria Kaptel en 1999, Kipchoge ayudó a mantener a su familia recolectando leche y vendiéndola en el mercado. Continuó corriendo, inspirado en parte por el legendario atleta Patrick Sang, su actual entrenador. Sang, ganador de una medalla de plata olímpica en los 3.000 metros obstáculos, se convirtió en organizador de eventos deportivos en su ciudad natal de Kapsisiywa. Sus caminos se cruzaron en 2001, cuando Kipchoge tenía solo 16 años, y desde entonces, han caminado juntos.

Eliud Kipchoge es un corredor de larga distancia keniano que esta dejando una marca imborrable en la historia del atletismo. Su trayectoria es impresionante, con innumerables récords y logros destacados.

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Al igual que muchos de los maratonistas más exitosos de Kenia, Kipchoge fue inicialmente una estrella mundial en la pista antes de dar el salto a las carreras en ruta. Después de proclamarse campeón mundial de los 5.000 metros en 2003, subió al podio olímpico en la misma distancia en Atenas y Pekín. Sin embargo, una lesión isquiotibial antes de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 le impidió clasificarse para el equipo keniata. Esta decepción lo llevó a cambiar a las carreras en ruta, una decisión no exenta de riesgo, pero llena de acierto.

Desde entonces, Eliud ha ganado sorprendentemente 11 de las 12 maratones en las que ha participado. En 2016, tuvo un año revolucionario, estableciendo un récord del Mundo en el Maratón de Londres antes de conquistar la medalla de oro olímpica en Río de Janeiro, con la victoria más amplia en los Juegos en 44 años.

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Aunque su hazaña más famosa fue romper la barrera de las dos horas en el maratón, lograda en octubre de 2019 en Viena, su marca no fue reconocida oficialmente debido a las condiciones no reglamentarias con las que se celebró esa carrera. Sin embargo, demostró que esta hazaña sería posible en el futuro.

Pero más allá de sus récords y logros, lo que realmente distingue a Kipchoge es su mentalidad y sus valores deportivos. Es un ejemplo inspirador de perseverancia, dedicación y trabajo en equipo. Siempre se ha esforzado por superarse a sí mismo y motivar a otros atletas para que alcancen su máximo potencial.

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Es conocido por su humildad y su actitud positiva. Habla frecuentemente sobre la importancia de la fuerza mental y la actitud positiva, tanto dentro como fuera de la pista. Su carisma y personalidad lo convierten en un verdadero referente no solo en Kenia, sino en todo el mundo.

Eliud Kipchoge es un atleta excepcional convertido en leyenda que ha dejado una huella imborrable en el mundo del atletismo y su legado será imperecedero. Su trayectoria, sus logros y su ejemplo como persona nos enseñan que el trabajo duro, la perseverancia y los valores pueden llevarnos a alcanzar nuestras metas más ambiciosas.

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El maratoniano más condecorado del planeta es un hombre de inquebrantable disciplina en la que apuntala su fortaleza física y mental. Se levanta a las 5 de la mañana para su sesión de entrenamiento vespertina, come, duerme, entrena y vive con la filosofía de vida de un monje. Cultivando su mente, su cuerpo y su espiritualidad a partes iguales.

Divide su tiempo entre su hogar en Eldoret, Kenia, donde vive con su esposa e hijos, y un centro de entrenamiento en las colinas, a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar, donde trabaja codo a codo con sus compañeros de equipo.

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Es tremendamente meticuloso y ordenado. Desde que tomó en serio el deporte, ha registrado cada entrenamiento en una libreta. Ahora tiene 15 cuadernos, uno por cada año que ha pasado en el escenario mundial.

Lo más inusual de Kipchoge y sus hábitos de vida monacales, es lo que no hace: no se excede en el entrenamiento, no acumula grandes enormes cargas de entrenamiento, ni de kilómetros semanales. Rara vez se esfuerza más allá del 80 o 90 por ciento de su capacidad máxima durante las sesiones de intervalos o las largas tiradas de más de 40 kilómetros.

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Eliud valora la importancia de escuchar su cuerpo y seguir su plan de entrenamiento, lo que contribuye a su equilibrio y éxito. Reserva el 100% de su esfuerzo, todo su potencial y su genialidad para el día de la carrera, para los maratones que gana y los récords que persigue.

Kipchoge es un genio que expresa su arte a través de sus zancadas, deslizándose majestuosamente por el asfalto. Analiza cada detalle, posee un control mental y una confianza reservados solo a los dioses del olimpo deportivo.

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Su técnica de carrera es tan elegante como prodigiosa, incluso cuando la fatiga se apodera de su cuerpo. Es como una máquina perfectamente diseñada para correr, impulsada por un motor de máximo rendimiento cardiovascular. No hay un gramo de material innecesario. A pesar de su apariencia madura y curtida, Eliud irradia sabiduría adquirida a lo largo de los años.

Kipchoge es el tipo de persona que pronuncia frases como: «Solo los disciplinados en la vida son libres. Si eres indisciplinado, eres esclavo de tus estados de ánimo y tus pasiones». También dice: «No se trata de las piernas; se trata del corazón y la mente». Y finalmente: «El mejor momento para plantar un árbol fue hace 25 años. El segundo mejor momento para plantar un árbol es hoy». Kipchoge es capaz de introducir proverbios inventados en una conversación casual y parecer sinceramente convencido de ellos. Es un ávido lector, desde Aristóteles hasta biografías deportivas y manuales de autoayuda. Uno de sus favoritos es 'Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas', de Stephen R. Covey.

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Su consistencia mental y física se basa en tres principios fundamentales: motivación, disciplina y lo que él llama 'vitamina N', la capacidad de decir «no», resistir las tentaciones y mantenerse enfocado en sus objetivos.

En la época moderna, no ha habido corredor de maratón que ejerza un control y dominio tan contundentes en esta exigente y mítica distancia. Incluso los mejores corredores tienen días en los que una lesión muscular o un malestar estomacal les impide ganar.

Eliud Kipchoge recibe ahora uno de los premios más prestigiosos del deporte mundial: el Premio Princesa de Asturias. No será el primer maratoniano en recibir este prestigioso galardón, ya que el Equipo Español de Maratón, liderado por los históricos Martín Fíz y Abel Antón, lo hizo en 1997. Kipchoge se unirá a una lista de ilustres atletas que incluye a leyendas como Sebastián Coe (el primer galardonado en esta categoría en 1987), Javier Sotomayor, Hassiba Boulmerka, Carl Lewis, Hicham El Guerrouj y Yelena Isinbáyeva.

Recientemente ha declarado que cuando deje el alto rendimiento, quiere correr distancias aún más largas, por encima de los 80 kilómetros, quiere experimentar esa sensación de resistencia al esfuerzo y a la fatiga, pero al igual que otros amantes de nuestro deporte y admiradores de Eliud, yo estoy convencido que aún le queda alguna página por escribir en su gloriosa carrera.

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