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La película 'Emilia Pérez' ha tenido una buena publicidad indirecta relacionada con Karla Sofía Gascón, la actriz transexual que en pocos días pasó de la gloria de los elegidos al infierno de los condenados. Pese a ello, el jueves pasado, en la sesión de las ... once menos veinte de la noche en Los Fresnos, la única en la que se proyectaba este film, había cuatro personas en la sala, y no muchas más en todo el cine. La ilusión con la que se reabrieron estas salas en el centro, parece que se está disipando, por desgracia de los cinéfilos gijoneses.
En 'Emilia Pérez' se da, de forma a veces algo atropellada, una fusión de géneros cinematográficos como el thriller, el cómic, el drama realista de colores ocres y el musical. La película me pareció interesante, aunque le pongo dos pegas. Por una parte, la música, un cruce del rap americano con el pregón hispano, es monótona y pesada. Por otra parte, el final, medio resuelto con una balacera mal contada, es un torpe desenlace. Sin embargo, las interpretaciones de Karla Sofía Gascón como Emilia Pérez, un papel que por su condición personal lo ha sabido interiorizar y transmitir con empatía, y de Zoe Saldaña, siempre creíble como actriz, cantante y bailarina, son excelentes. ¿Qué se valora en una actriz? ¿Su veracidad interpretativa o sus opiniones, en este caso pasadas, vertidas en unos tuits racistas odiosos, pero, por una parte, nada alejados de lo que escribieron faros del progresismo como Quim Torra o Sabino Arana sobre los españoles? Gesualdo, un madrigalista excelso del renacimiento, fue príncipe y asesino. Caravaggio, excelso pintor, no era hombre de fiar. A Wagner es injusto acusarle de proto-nazi, aunque su supremacismo germánico fue utilizado por los nazis de forma espuria. La conducta de Picasso con las mujeres no fue siempre ejemplar. Y, sin embargo, nos atrae la obra de todos ellos, por encima de su personalidad. Sólo los fanáticos y puritanos viscerales, como el ministro de Cultura, no saben separar la faceta personal con el logro artístico. Y por eso niegan ahora a la actriz, o como defiende Garci, al actor, que hace unos pocos días ensalzaban. Opinión mudable que intenta ocultar lo esencial: una interpretación soberbia.
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