Caretas

Abrirían el Carnaval patriótico los salvadores; ese nuevo político de vieja política disfrazado de apolítico, luego el portador de bandera constitucional que más bien parece agitar el viejo águila imperial sin olvidar al neo manifestante de Ferraz que estira el brazo en un ejercicio gimnástico de viejo ademán. A continuación, ciertos creadores de riqueza que llevan la patria en el corazón, cerca del bolsillo, obligados, ante el expolio sufrido a exiliar su domicilio (fiscal) pese al dolor que les causa; algún emprendedor, así llamado, quizá, por la rapidez para iniciar la marcha en defensa de la libertad amenazada, al servicio de todos y de la santa libertad. Luego, los guardianes de la cultura y tradiciones de ¿rancio? abolengo; de la España nacida -quizá finita- con los Católicos Reyes, traje de luces y faralaes, la España cañí, la coña de España y la España de cañas, ¡coño!, a golpe de pasodoble, con el toro de la Vega, la cabra de la Legión y, por supuesto, el Oso y el Madroño. Después, como aval, los nuevos científicos y/o divulgadores de tamaña ciencia prestos a combatir la dogmática ambiental al grito de «es lo de siempre» y «a más sol, más turismo y ¡más churrasco!». Finalmente, algún deportista de los que luce camiseta y escudo nacional sin renegar de su cosmopolitismo económico, anticipo de patria única.

Eso sí, como siempre, cerraría el cortejo, el entierro de la sardina pues, en España, algunas cosas nunca mueren. Buen Carnaval. Disfruten.