Bien común

Quien traslada su empresa allende los mares o fronteras, quien lamenta la presión fiscal, quien critica 'intervenciones' estatales sobre salarios mínimos, exige luego ayudas para aliviar los efectos colaterales del 'virtuoso' mercado. Pasa también con la clase media, hija amnésica de la obrera, fruto del esfuerzo de quien peleó la extensión y gratuidad educativa o sanitaria; gente quejosa por lo que paga en relación a lo recibido, crítica con el coste de los servicios públicos hasta que al usarlos cuestiona su deterioro, negándose a sostenerlos y procurando responsabilizar de los mismos a la mano invisible, esa que mete la mano cuando puede, sin irse de vacío pero yéndose habitualmente, de rositas.

Conozco la copla, 'yo gestiono mejor lo mío', 'mejor en mi bolsillo', 'lo mío, mío', 'ahoga tanta presión fiscal', es posible; pero entonces convendría explicar su propuesta para el padre o madre mayor, para el vecino sin recursos, colchón o calcetín. Deberían también explicar cómo fue posible el milagro de su vida obra, en parte al menos, del esfuerzo previo y ajeno. Quizá tras la estrecha visión no haya simplemente amnesia, sino algo tan viejo como el egoísmo maquillado de eficiencia económica y parapetado tras la ficción argumental de quien se cree 'hecho a sí mismo', libre de toda deuda social mientras dejará la suya en herencia a quien venga detrás.