Alvisse

El barrendero de la miseria política es, al parecer, experto en cloacas con un máster sobre el potencial económico de la mierda. Quien vive del impuesto ajeno, anima a no pagarlo, el dandi de la transparencia airea su ética (la nada facilita la vida moral) con aire de puro, ganado a pulso a base de jalear el fraude disfrazado de acto revolucionario contra el expolio fiscal. Tiene huevos y, sobre todo, osadía para exhibirlos; se discute, en cambio, la localización de su cerebro, al parecer, en busca y captura. ¿Qué fue del pudor de quien, pillado con el carrito del helado, ocultaba su rostro?, ¡días aquellos cuando se sonrojaba una vez pillado!, ¡añoranza de épocas cuando el chorizo intentaba pasar por chistorra!

Vino a regenerar la política, pero no pasa de listillo cebado a base del cabreo general, vividor censado sobre la falta de análisis y el tuit simple, la idea corta y la manga ancha, la mente vacía y el bolsillo lleno, redes que atan lo que dicen liberar. Vive del exabrupto vendido por reivindicación, de la excrecencia publicitada como excelencia, legislador de la nueva ley del embudo, tejedor de trolas forjadas sobre lo que quisiera pero no puede ser. ¿Se acabó? ¡Qué va!, ¡empieza la fiesta... y su festín!