Dice el saber popular que no se puede sorber y soplar al mismo tiempo y eso es lo que sucede con el SMI (Salario Mínimo Interprofesional) y el paro. La advertencia realizada por el Banco de España respecto a que una nueva subida del SMI ... conduciría a un aumento del paro o a impedir la creación de puestos de trabajo, reabre una polémica sobre un tema muy sensible.
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La idea inicial de Bruselas es que todos los países tuviesen un Salario Mínimo que alcanzase el 60% del Salario Medio. En muchas comunidades de España ya se sobrepasa dicho objetivo y tan sólo aquellas zonas en las que hay mayor nivel económico como País Vasco, Navarra, Cataluña o Madrid el SMI no alcanza el Salario Medio. Punto y aparte son Asturias y Aragón, con un 56,3% y un 57,7% respectivamente, donde es el gran peso del empleo público y no la riqueza de la zona lo que hace que los salarios medios sean más altos y por eso el SMI no alcanza el nivel del 60% del salario medio que plantea Bruselas y que ahora el gobierno pretende conseguir con la nueva subida.
Es evidente que una subida del SMI provocará un notable aumento del paro o impedirá la creación de muchos puestos de trabajo. Negar eso, es como negar que la Tierra gira en torno al Sol. El mercado laboral es un mercado como otro cualquiera y al igual que si mañana sale una ley que impida vender pisos por menos de 150.000 euros en Gijón, lo que pasará es que habrá muchos pisos que no tienen venta, en el mercado laboral sucede lo mismo y las subidas del SMI expulsan del mercado a los trabajadores menos cualificados y con trabajos más precarios. Llevando al límite la postura podríamos subirlo hasta 3.000 euros/mes con lo cual habría un paro del 50% y los que trabajasen tendrían que pagar medio sueldo en impuestos para poder pagar el paro a la mitad de la población que estaría en el desempleo. ¿Sería justa esa situación?
En Europa los países tienen muy diferentes niveles para su salario mínimo. Por ejemplo, Luxemburgo lo tiene fijado en 2.202 euros almes, Reino Unido en 1.903, Bélgica en 1.626, Alemania en 1.610, Francia en 1.555 y Eslovenia está como España en torno a 1.110 al mes. En el extremo opuesto, Letonia, Hungría, Croacia, Lituania, Bulgaria, Chequia y muchos más rondan los 500 euros al mes de SMI y otros no tienen establecido SMI alguno. Además, tampoco es comparable la situación de cada país ya que el nivel de precios es muy distinto en cada uno de ellos y sobre todo en bienes tan básicos como la vivienda. Vive mejor un español con un salario de 1.100 en Gijón que con 2.000 en Londres, en Ginebra o en Munich, donde se verá obligado a malvivir en una pequeña habitación con baño compartido.
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Lo que verdaderamente hace que un trabajador pueda ganar un salario digno no son las regulaciones del SMI ni las legislaciones laborales proteccionistas que pretenden 'casar' indisolublemente a la empresa con el trabajador. Los laureados con el Premio Nobel de Economía del año 2010, los norteamericanos Diamond, Mortensen y el chipriota Pissarides, así como el flamante Premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales, el bengalí Amartya Sen, consideran esenciales para conseguir empleo de calidad los siguientes factores: en primer lugar, tener un sistema educativo de calidad (incluida la Universidad) que proporcione conocimientos útiles y técnicos para la vida personal y laboral. El segundo factor es contar con una economía dinámica en la cual lo importante no es que un trabajador tenga el mismo empleo toda su vida, sino empleo toda su vida como sucede en Dinamarca o países donde la legislación laboral no criminaliza a la empresa, con lo cual tienen casi pleno empleo. La tercera condición es apostar por empresas con un componente tecnológico que requieran mano de obra cualificada porque es ahí donde se requieren empleos de calidad. Como España no tiene ninguna de esas tres cosas, el empleo es débil, hay paro y los salarios son bajos.
Hay mucha gente que vive engañada porque le han contado que tiene derecho a todo y la realidad es que tiene una formación académica muy floja, con lo cual es imposible que acceda a un buen empleo. Algo así como aquel famoso anuncio de una firma cosmética que decía: «Porque yo lo valgo...». Pero, en la vida la valía de cada uno la deciden los demás. En el pulso entre el SMI y el empleo, perderán los más débiles.
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