El pueblo no es la gente. La gente son los que solamente miran para sí y su provecho. Si tienen que someterse, se someten a lo que sea. Son los que ven que le cae a uno un billete de cinco euros y, si pueden, ... se lo quedan: ¡total, son cinco euros! Si se presentara la ocasión, lo harían con cinco mil millones. El pueblo es lo contrario. Son los que buscan el bien y lo quieren para todos. El pueblo viene de muy atrás y quiere seguir avanzando, progresando, ensanchando su campo de actuación y de pensamiento. El pueblo, en España y en Europa, está mediatizado y rebajado a la condición de gente por los partidos y sistemas políticos vigentes, por el establishment. Cuanto más hablan de igualdad, más crece la desigualdad. Cuanto más hablan de solidaridad, más egoísmo hay. Cuanto más se jura o promete decir la verdad, más se miente. España nunca fue una democracia. España es una monarquía parlamentaria. Las cosas, por su nombre. Aquí se llama al pueblo a votar cuando toca o conviene para repartirse el poder, sus poltronas y prebendas. A más pudriella, más zafiedad. La soberanía no reside en el pueblo, como dice la Constitución, sino en los partidos y las élites dominantes. El pueblo no puede elegir a su concejal ni a su alcalde, ni a su diputado ni a su presidente regional, ni a su diputado en Cortes ni al presidente del Gobierno de la nación. Por eso la nación cada vez se desune más y en vez de lindes, fronteras. Aquí, los más chaqueteros y pelotas del campechano, ahora, por cálculos personales, le andan moviendo la banqueta al hijo, que no se compara con el otro. Los que no conocieron el franquismo ni en los sellos de correos, hacen del antifranquismo un modo de vida, y los que no tienen NPI de lo que fue la degeneración estalinista, levantan bandera de anticomunistas. ¡Amos, anda!
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Con la que está cayendo y lo que se barrunta, los señoritos/as que mangonean los partidos andan de ocurrencias, habilidades y juegos de tontos. Mientras, los bancos, por sí y ante sí, han aprobado y puesto en vigor 'el impuesto bancario'. Más de doscientos euros al año a una familia pagana. Vivimos en el país del atraco y la estafa autorizada. ¿Cómo se puede cambiar una cuenta sin gastos a otra con ellos? No hablemos ya de las telefónicas, ni de las eléctricas y las gasistas. ¿Qué dice el ministro Garzón de todo eso? Nada. ¿Qué dice el ministro de Consumo del maltrato general al consumidor con la disculpa de la covid-19? En Correos: reducción de horarios y días laborables, reducción de ventanillas, colas a la intemperie, reparto ineficaz... ¿Y en los bancos y organismos públicos? ¿Se puede hablar de los ambulatorios? ¿Qué fue de todas las médicas y enfermeras que había? Si un día llega un Trump y cierra los ambulatorios y el Sespa, ya verán lo bien que lo van a pasar con una plaquina en el portal esperando a que suba algún penitente. Céline lo cuenta muy bien.
Lo primero que hace un presidente elegido por el pueblo es firmar leyes y decretos. Este Gobierno y su ministra de Trabajo todavía no han tenido tiempo de firmar un decreto estableciendo la edad de jubilación, no ya a los sesenta años, sino a los sesenta y cinco, como estaba en la época franquista. Mientras, los jóvenes a verlas venir. ¡Tiene delito que este Gobierno permita que a los que empezaron a trabajar a los doce años, y con más de 40 cotizados, les metan un sablazo de órdago en la jubilación por caer en el paro! Si fueran de la banca, de Hunosas, Ensidesas, HCs, CTNEs y demás, entonces, la máxima. ¿Y los años de mili que no computan? Es lo que tiene gobernar para los egoísmos de la gente, que el pueblo siempre pierde.
-PD.- Tuit para el señor Barbón: bajo su presidencia, la dictadura burocrática y la incompetencia de Sanidad y ERA se extendió a todas las residencias. Lo que hacen con los derechos de los residentes no tiene nombre.
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