Promesas
Estos mentirosos, ofertantes de lo imposible, o que en todo caso prometen lo que saben que no pueden o no quieren dar, no están solo en la política, también en las empresas y, apurando un poco, hasta en las familias
Lo imposible es el colmo de lo que un político puede llegar a prometer, pero por debajo de lo imposible está aquello muy difícil, que ... ofrece para encandilar a los ingenuos en complicidad con los de su propia ralea. El que tiene mandados a sus pies, que deben obedecer de mejor o peor gana, siempre atiza la esperanza de los fieles y menos fieles con una sarta de promesas cuando le conviene, y no hay político al que no le convenga cuando están próximas unas elecciones. Luego, cuando alguien pide que se cumpla lo prometido, el ya instalado en su sillón resuelve alargando plazos; pero, de cualquier modo, aligerando su conciencia y recitando para sí mismo el fino refrán que dice: 'Prometer hasta meter, y una vez metido, nada de lo prometido'.
Fue el cínico Tierno Galván el que dijo que las promesas en la política estaban para no cumplirlas. El viejo profesor no se inmutaba ni al analizar las miserias de la política ni cuando Susana Estrada le pasó la teta por delante de las narices. Pero ese síndrome de las promesas imposibles ya debe de estar inventado desde hace mucho tiempo. Del mismo modo que alguien dijo que la verdad nos hará libres, puede decirse que la mentira consigue más almas rendidas que las que consiguieron las espadas de las legiones romanas o los látigos de los negreros. Estos mentirosos, ofertantes de lo imposible, o que en todo caso prometen lo que saben que no pueden o no quieren dar, no están solo en la política, también los encuentras en las empresas y, apurando un poco, hasta en las familias. «Denos ese cuartucho de mala muerte, que está en desuso, para guardar nuestros trastos del cineclub». Y aquel jefe tiró de su magnanimidad ofreciéndonos un local mucho mejor, para arreglarnos el futuro. Su intención era no darnos nada, largándonos con una sonrisilla de tunante.
En una esquina del periódico están las realidades. Mujeres con hijos entrando en la pobreza, enfermos en lista de espera, desahuciados, aumento del abandono escolar, jóvenes diplomados que tienen que emigrar y trabajadores en el tobogán de caída en Arcelor y Duro Felguera. Pero en la otra están las promesas para el futuro. Oirán ustedes decir a alguien con la seriedad de un buey, sin que se le escape la risilla, que pronto estará solucionado lo de la ZALIA, el 'tunelón', la variante, la estación, los soterramientos, los derrumbes de Occidente, los atascos del Oriente, las regasificadoras, las depuradoras, el hidrógeno verde y el motor de agua. Y cuando el ingenuo despertó, el cínico todavía estaba allí.
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