El presupuesto es el trabajo más eficaz en el ajedrez político de un Gobierno. De sus cuentas, Pedro Sánchez espera que le ayuden a enderezar los barómetros electorales, con guiños a grupos de edad muy concretos. También que sostengan una recuperación que aún aguarda la ... mayor parte del dinero prometido por Europa. Y por supuesto, que desenmarañen los enredos políticos allá donde resulta más necesario. La oposición puede decir que hubiera hecho otra cosa, pero no que los números sean incoherentes con los objetivos políticos de quien vive en la Moncloa. Traducidos los deseos al gasto, aumentan las ayudas en educación y vivienda para los jóvenes, intenta apaciguar a los pensionistas, reserva una parte para los necesarios incentivos económicos y se ha esmerado en no olvidar ninguna de las reivindicaciones de los catalanes, a los que promete una inversión 2.230 millones, un 11,5% de subida para el próximo año.
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Asturias recibirá 393,1 millones, la cifra más alta en ocho años. Repartida por habitantes, operación que el Principado se ha apresurado a realizar, tocamos a 386 euros por asturiano, 112 más por cabeza que la media nacional. Menos reconfortante que esta división resulta el aterrizaje en los proyectos concretos. El presupuesto ratifica la intención de terminar la variante de Pajares antes de las próximas elecciones, la principal baza del Ejecutivo en materia de infraestructuras en Asturias. No se puede decir que
ignore la petición del Principado de rebajar el peaje del Huerna, aunque con los 9,3 millones destinados a las bonificaciones, a todas luces insuficiente, el Gobierno tampoco puede pretender demasiados aplausos. Y deja claro que en el puerto de Gijón han trabajado lo necesario para concentrar casi toda la inversión del Estado en la ciudad, 18 millones.
Sin embargo, los grandes proyectos de las tres principales ciudades de la región no pasan de lo testimonial. Las rondas urbanas y los planes ferroviarios de Gijón, Oviedo y Avilés tendrán el dinero justo para mover algunos papeles durante los próximos doce meses. No puede extrañar que los partidos de la oposición metan el dedo en la llaga ni que los socios del gobierno expliquen con obligada resignación que no tiene sentido reservar un dinero cuando los proyectos ni siquiera están redactados. Lo que tiene su parte de verdad. En algunos casos, las cuentas no pueden ser otra cosa que una consecuencia. Durante los últimos años, los planes de infraestructuras de las tres urbes asturianas han retrocedido más que avanzado en su tramitación pormás que los alcaldes alternen los ruegos con las quejas. Y si en los números cabe ver una declaración de intenciones, este presupuesto deja claro que prisa no hay.
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