En mayo de 2019 la situación de IU en Gijón no era buena. Consiguió lo justo para entrar en el Ayuntamiento (8.424 votos) al haber sido víctima de un proceso de fagocitación por parte de Podemos. De hecho, solo en Asturias podíamos considerar que ... existía la coalición, mientras que en el resto de España su presencia quedó en nada. Teníamos, pues, a un histórico del municipalismo gijonés muy tocado: un concejal y gracias. Por el contrario, en el PSOE se encontraban exultantes. Los once ediles daban para recuperar su ciudad emblema, tras una travesía del desierto que duró dos legislaturas.

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Entonces, se interpretó la firma de un pacto de gobierno entre ambas formaciones casi como un rescate. Los primos hermanos volvían a juntarse, pese a que uno de ellos estaba en chasis. Tal es así, que ni con esa exigua aportación podían sentirse los socialistas tranquilos: necesitaban dos ediles más para obtener una mayoría estable. No obstante, se firmaron 88 medidas que ahora, claro, IU reclama cumplir ce por be. Algunas tan espinosas como la elaboración de un reglamento de laicidad que tiene mucha miga. Vamos, un auténtico charco que la nueva dirección del socialismo local no sabe ni como pisar.

Pues bien, cuanto más se acercan las elecciones, más se pone en cuestión este acuerdo. Sobre todo, porque la concejalía estrella de este periodo ha sido la de Movilidad y Medio Ambiente, con el omnipresente Aurelio Martín a la cabeza. Digamos que ninguna otra se le acercó ni por asomo. En otros tiempos, Urbanismo o Servicios Sociales eran el motor del Ayuntamiento.

Actualmente no, es Martín y su tribu quien domina el panorama con bastante diferencia. Cabreando, dicho sea de paso, al gijonés sin ideología con su nuevo modelo de ciudad. Eso sí, quien recibe las bofetadas no es él, sino su socio. Digo más, en estas mismas páginas el domingo podían leer lo siguiente: «Entre el sector político y social al que me dirijo, las políticas que hago tienen enorme éxito». A la postre, contento a mi parroquia y a los demás... Mientras, en La Argandona están hartos de lidiar con varapalos judiciales, un Plan de Movilidad en el que no creen o un enfrentamiento con el Grupo Cultura Covadonga a cuenta del anillo navegable del Piles. En otras palabras, una erosión constante que los socialistas soportan de manera casi estoica, a cuenta de esas políticas de Martín hacia los suyos. Ya veremos en mayo de 2023 quién ha sido el primo y quién el hermano.

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