Hoy que vuelve el doble sentido circulatorio en el Muro, bueno sería hacer un repaso de la peripecia que ocurrió en tan icónico lugar. Más que nada, para derribar ciertos mitos y leyendas que se han ido creando en torno al 'cascayu'. El primero: va ... a dejar de ser «un Muro para las personas». En absoluto, el predomino será del peatón. Recordemos que el paseo de San Lorenzo, incluso con los cuatro carriles que había antes de la pandemia, siempre fue el lugar preferido por los gijoneses para estirar las piernas. De ninguna manera, era una cortapisa el que allí hubiese coches, puesto que la anchura del vial daba para eso. De hecho, a diario lo utilizaba más gente que la calle Corrida, siendo esta vía totalmente peatonal. Digamos, pues, que el reparto de la movilidad era de la siguiente manera: la parte más cercana al mar se reservaba para el viandante, mientras que en la próxima a los edificios se concentraba el tráfico rodado.

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Todo lo más, el conflicto estaba con las bicis que invadían el paseo y por eso se creó un carril bici. Sin embargo, la lucha contra la covid trajo consigo el aumento de las distancias personales. Algo que se solucionó con una peatonalización provisional (decían) que se quiso hacer definitiva. Esto es, sin ningún proyecto, debate ciudadano o consenso de cualquier tipo. Tuvo que ser la Justicia quien puso las cosas en su lugar, denunciando la alteración de un plan especial para la zona en el que ese doble sentido debía respetarse. En la actualidad, nuestro Ayuntamiento duda -como gato escaldado que huye del agua caliente- de que pueda ejecutar su proyecto de reforma con esta base jurídica.

Y el segundo: la vuelta del coche no es el fin del mundo. Entre otras cosas, porque va a evitar los atascos y problemas de tráfico que se habían dado en los barrios adyacentes. Al menos, hasta que se regule de otra manera con la reforma antes mencionada. Desde luego, lo que no podemos crear es un Gijón de postal. Muy bonito de cara a los turistas y quienes no tienen que madrugar, pero un infierno para los que trabajan. El cierre al tráfico del Muro ha representado un sinfín de problemas circulatorios que no se han querido reconocer desde instancias municipales. Sobre todo, en el tránsito de los barrios de la zona este. Ahora, al menos, tendrán la posibilidad de cruzar la ciudad, sin tener que hacer piruetas. Eso sí, el debate y la división social que

El Muro, incluso con los cuatro carriles, siempre fue el lugar preferido en Gijón para estirar las piernas

ha producido el 'cascayu', continuará...

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