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Constituiría una imperdonable muestra de desagradecimiento el entreverar con frecuencia en nuestras conversaciones, como se hace casi siempre, expresiones como las siguientes: 'Yo soy apolítico' o 'a mí la política jamás me ha interesado'. Sin valorar los bienes que potencialmente nos puede aportar aquella para ... ser felices, en este mundo tan complicado y desilusionante en ciertas ocasiones. Y es que sin política muchas de nuestras aspiraciones no podrían verse realizadas, con daño para nuestro cuerpo y para nuestro espíritu, que nos conduciría a sufrir ese trágico 'taedium vitae' o hastío de la vida.
En el año 1996 se publicó uno de los libros más leídos de Jacques Ellul, titulado 'Exégésis de los nuevos lugares comunes', para dar aires nuevos a otro libro, de Lèon Bloy, violento polemista que escribió entre 1901 y 1913 la primera 'Exégésis de los lugares comunes'. Ellul nos dijo cómo podemos contribuir, siendo buenos ciudadanos y creyentes en la política, a que todos disfrutemos de un torrente de bienes de todas clases: «Si usted ha leído cuidadosamente los periódicos, participado en todo tipo de elecciones, seguido todos los discursos y manifestaciones, discutido con todos sus vecinos, expuesto en el autobús ideas sanas, combatido a los nefastos adversarios de tales ideas, puede usted estar seguro de que todo cambiará…». Aunque no sería honesto ocultar algunos inconvenientes: «Quizá no pueda educar debidamente a sus hijos, tal vez llegue un día en que su esposa se canse de esperar su llegada a casa, el trabajo que ha de realizar al día siguiente, en su profesión, puede que no sea todo lo perfecto que sería de desear y su salud quizás se alterase, sufriendo crisis nerviosas acosado con las televisiones, entrevistas, teléfonos y más instrumentos que le hacen llegar a usted noticias de todo tipo… Pero a cambio de esto la virtud cívica habrá triunfado y la soberanía del pueblo también triunfará al fin, en su plena y definitiva expresión».
¿Cómo se manifestarán las formas de aumentar su felicidad? Cuando menos, con toda seguridad, usted podrá lograr:
-Pagar menos impuestos.
-Disfrutar de un precio más barato del gasto en energía eléctrica.
-Poder ver cómo la hucha de las pensiones, un tanto hueca y cariacontecida hoy, se irá llenando moderadamente el año 2030, y ya estará rebosante en el 2050, con lo que no tendrá que preocuparse por la suerte de sus nietos y biznietos.
-Le permitirá decidir si ser mujer, hombre o al cincuenta por ciento, y confiar en que con una política científica bien desarrollada podrá un día disponer de una especie de sexo, totalmente nuevo.
-Tendrá posibilidad de hablar el castellano, los idiomas de cada una de las comunidades autónomas (y de sus rincones) y llegar así a considerarse un auténtico políglota, naturalmente mientras no salga de España.
-Tendrá oportunidad de escoger el modelo ético y moral que más le convenga, sin que nadie le pueda impedir tampoco ser ateo ferviente.
-Se dará plena segurid ad a los jóvenes, de que al llegar a los 20 o 21 años podrán encontrar un trabajo fijo, en el que, sin cambio alguno, se jubilarán, e incluso ello pueda darse al llegar a los 50 años, con pensión más que suficiente que les permitirá disfrutar de toda clase de placeres.
-Le hará a usted posible escoger entre tener una muerte natural o adelantarla, por haber visto ya lo suficientemente el orbe terráqueo y a sus habitantes.
-Conseguir que los precios bajen cada día más, sin daño a los vendedores y fabricantes.
-Disponer, en fin, de la ideología política que considere más conveniente para su desarrollo intelectual y económico…
Pues todo esto, y mucho más, hará también posible que usted pueda ser más libre, más autónomo, liberado de limitaciones y prohibiciones molestas, dado que el Estado (dueño y señor de la política) le aportará todo lo necesario con plena generosidad, haciendo realidad la definición que Jovellanos dio de la política: «El arte de gobernar a los pueblos, no teniendo otro fin, que el de su felicidad».
No cabe la menor duda de que a la vista de la capacidad potencial de la política para aportarle a usted raudales de bienes, comprenderá que aquella debe ocupar el primer lugar en toda acción progresista y realmente democrática.
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