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Cómo cambia la vida! Ahora resulta que ser pobre comporta ser gordo, cuando la gordura fue siempre un símbolo externo de alto estatus, riqueza y hermosura. 'Hombre guapo, buen papo'. Rey hubo en León, Sancho I El Craso, que llegó a pesar 240 kilos a ... base de comilonas, algo que en el siglo X solo estaba al alcance de los grandes. Pero hoy la novedad es que la pobreza produce obesidad. Y para certificarlo, basta mirar en la tele cómo crecen los volúmenes delanteros y traseros en los arrabales del hambre, o pasear por la playa en hora punta y ojo avizor. Orondos, fornidos, rehechos, recios, tripudos, rollizos, barrigones, ahítos de comida barata, rápida y basura, malnutridos a cuenta de engullir cantidades ingentes de ultraprocesados, atiborrados de añadidos tramposos.
Valga como ejemplo de la cosa la enumeración de los ingredientes que ingiere quien elige mojar en el colacao del desayuno una conocida rosquilla glaseada de fama universal. Ahí va. «Harina de trigo, grasa vegetal (palma), trehalosa, azúcar, levadura, jarabe de glucosa y fructosa, huevo líquido, sal, harina de soja, emulgentes E 471, E 472e y E 481, lecitina de girasol, dextrosa, gluten de trigo, leche desnatada en polvo, almidón de patata y trigo, estabilizantes E 412, E 341, E 406, E 407, aromas, conservadores E 202 y E 200, corrector de acidez E 330, maltodextrina de trigo, agente de tratamiento de la harina E 300. Y puede contener frutos de cáscara (avellana)». Con tan solo leer el prospecto, sube la bilirrubina que no sé ni qué es. El inconsciente gastrónomo que se meta ese rosco para adentro, también se meterá luego cualquier cosa que posea un perfil nutritivo similar, por lo que más pronto o más tarde sentirá que todas las E que acompañan a la rosquilla se quedarán a vivir como okupas en los entresijos y mollas de su anatomía. Sustancias que, además, desde la penumbra del hambre y del estómago vacío se encargarán de reclamar nuevas dosis, pues las empresas de alimentación las preñan con componentes tan adictivos como es el tabaco para un fumador. Con lo que al final, un pobre mal comido, aturdido ante el espejo de lo que pudo haber sido y no fue, al agrandamiento de su talla extra plus-size sumará la ansiedad propia del caso. Ansiedad que solo generará más ansiedad, bulimia y glotonería porque, a ver, ¿cómo mata un gordo su ansiedad? A lo Torrente. «El primer día de dieta, eliminé de mi despensa todo lo que engordaba. Y, je, je, estaba delicioso».
No sé si es buena noticia el saber que alguno de los millones de hambrientos registrados en las estadísticas de la ONU podrán irse al lado oscuro no muy sanos, eso sí, pero obesos y crasos como reyes medievales. Gordos por pobres, y pobres por gordos. Hermoso y profético panorama.
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