Playas, 'vídeovoyeurismo' y gafas de sol inteligentes

El 'voyeurismo' tradicional ha quedado casi inocente ante la nueva generación de las miradas obscenas, el 'voyeurismo 2.0', y todos los peligros que implica, máxime para los menores

Domingo, 21 de agosto 2022, 00:49

Hace años estaba tomando el sol en el 'tostaderu', en la playa San Lorenzo de Gijón, y escuché una fuerte discusión que venía del paseo. Pregunté qué pasaba a la señora de al lado y, sin inmutarse, me contesto: «Tranquila, se están pegando por el ... sitio».

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Me quedé impactada: dos señores mayores pegándose por el mejor sitio para ver a las primeras chicas del verano y con ello los primeros 'topless'.

Ese 'voyeurismo', aunque incómodo y baboso, quedaba dentro de la libertad de las miradas y con la distancia suficiente para no intimidar.

A esta anécdota podríamos añadirle miles de ejemplos: los gimnasios modernos que abrieron con grandes ventanales hacia el exterior y que tuvieron que biselar los cristales, porque se paraban multitud de hombres de mediana y avanzada edad a mirar descaradamente a las mujeres haciendo ejercicio.

Las dependientas de los centros comerciales que soportaban, y soportan, las miradas continuadas de los mismos degenerados, parados en los pasillos para verlas agacharse a colocar los productos.

Las veces que las estudiantes tuvimos que decirle a la encargada de la biblioteca municipal que se sentaban en frente varones a mirarnos por debajo de la mesa cuando llevábamos vestido, mientras simulaban que leían el periódico para que no los echasen (porque siempre eran los mismos).

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Todo ello suponía un 'voyeurismo' que ha quedado casi inocente ante la nueva generación de las miradas obscenas, el 'voyeurismo' 2.0 o 'vídeovoyeurismo', y todos los peligros que implica, máxime para los menores.

A la utilización de los móviles como herramientas para capturar imágenes de contenido sexual y/o excitante para estos individuos, se les unen los grandes avances en cámaras casi invisibles, camufladas de las más variadas formas: bolígrafos, botones de camisa, relojes, mecheros, que cualquiera puede adquirir en las grandes plataformas de venta de internet.

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Pero el culmen de esta peligrosa tecnología ha quedado patente en la nueva generación de gafas inteligentes de una icónica marca, que ha añadido una microcámara en la montura para que puedas ir grabando por la calle tranquilamente.

La normalidad con la que se anuncia este producto nos asusta a todos aquellos que por profesión sabemos quién lo acaba utilizando y para qué.

Veamos el panorama legal:

Evidentemente, grabar en zonas privadas sin consentimiento constituye un delito contra la intimidad del art 197 del Código Penal, que entraría en un subtipo agravado si ese contenido fuese difundido y se aplicaría la pena en su mitad superior en el caso de contenido sensible, por ejemplo, de índole sexual.

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Sin embargo, grabar o tomar fotografías en zonas públicas, playas, a mayores de edad, aunque sea en 'topless', cambiándose de bañador, etc. no constituye un delito; publicarlas sí que podría generar responsabilidades a nivel civil por el derecho al honor, intimidad y la propia imagen. Sin embargo, los 'voyeurs' utilizan ese contenido para la satisfacción propia, por la que es difícil que se de este último caso.

En caso de ser menores de edad, hay una mayor protección legal. Por ejemplo, un individuo que grabase o tomase fotografías a menores en las duchas de una playa sin el bañador, obviando el entorno o aplicando zoom para mostrar con nitidez los órganos sexuales, estaría cometiendo un delito de producción de pornografía infantil del artículo 189 de nuestro Código Penal.

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Pero con todo este armamento legal, el gravísimo problema es detectar la comisión del delito, que se vuelve casi imposible cuando la tecnología está de parte de estos degenerados, y grandes marcas diseñan, por ejemplo, este tipo de gafas de sol inteligentes.

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