Plástico, mon amour

Identificamos el fin del mundo con grandes industrias llenando el cielo de hollín, deforestaciones masivas... Pero comienza con gestos más sencillos, como cargar con más manzanas de las que caben en una bolsa de plástico y pedir la segunda

Domingo, 14 de marzo 2021

¿Quiere una bolsita? Sí, gracias, aunque ahora que lo pienso, mejor dos, que no me cabe todo. Esta conversación la mantenemos todos los días, millones de personas, en los supermercados. Las bolsas de plástico pasan de mano en mano, en cantidades ingentes, en todo ... el mundo. Es algo que parece útil y que se da por supuesto, apenas nos fijamos. Si recuerdan aquella canción de Los Toreros Muertos, 'Mi agüita amarilla', en la que Pablo Carbonell decía que había bebido más de cuarenta cervezas y que tenía que expulsarlas, creando una cadena de consecuencias, «y llega a un río… y baja al mar… y juega con los pececitos…», pues las bolsitas de plástico conforman un arco de consecuencias también inimaginable.

Publicidad

El plástico es una sustancia casi mágica: el petróleo transformándose en plástico, con diversos componentes químicos (etileno, propileno, butileno) que se recombinan en largas cadenas de polímeros y sirven para fabricar cualquier cosa. Se encuentra en todo, en las bolsitas, envolturas, herramientas, recipientes, muebles, cepillos de dientes, teléfonos, prendas de vestir… Es tan ubicuo como discreto, 'se da por supuesto', como ya hemos señalado. Según Roland Barthes, esto es así porque los artefactos plásticos sólo tienen presente. La madera o la piedra retienen algo de sus orígenes en sus texturas, pero el plástico está diseñado de tal forma que únicamente existe cuando lo utilizamos. Es raro asociar memorias o sentimientos específicos a piezas de plástico, se deslizan como las cosas de un solo uso y desaparecen. Desde que te levantas hasta que te acuestas dependes del plástico, puedes tocarlo mil veces y no te apercibirás. En 1950 la cantidad de plástico que se fabricaba era alrededor de dos toneladas al año, en 2018 se calculan unas trescientas sesenta toneladas. La bolsita de plástico en la que hemos llevado la compra diaria será tirada a la basura (dentro de otra bolsa de plástico azul o negra), que será depositada en un contenedor, que será llevada a una planta de procesamiento de basuras, etc… Comienza la gran aventura de nuestra bolsa, igual que la de la agüita amarilla, «pasa por debajo de tu casa, pasa por debajo de tu familia, pasa por debajo de tu lugar de trabajo».

Una vez que los objetos de plástico son utilizados y desechados, terminan en lagos, ríos, mares, vertederos. Ocho millones de toneladas de plástico acaban en el mar cada año, mayormente transportadas por los ríos. Una nube continua de microplásticos que funciona como un arado en los fondos, y que «juega con los calamares, juega con las medusas, y con las merluzas, que tú te comes». En efecto, las criaturas marinas se dan un increíble festín con esta sopa coagulada, bolsitas, perlas de microplástico, nódulos de poliestireno, redes de pesca… Las aves marinas también lo confunden con comida y se zampan todo lo que flota sobre la superficie del mar: todos ellos morirán lentamente de hambre debido a que su tracto digestivo quedará obturado; también porque sus picos quedarán cerrados por culpa de los anillos de plástico de las latas o las redes de pesca. En la zona epipelágica, las bolsitas blancas se moverán hipnóticamente, como si fueran tentáculos, y eso les parecerá a las tortugas, que las confundirán con calamares o con pulpos y se las tragarán. Todas las perlas plásticas son de color blancas o azuladas, el mismo color del plancton, por lo que los peces planctívoros las engullirán a miles.

Y las bolsitas continúan su épico viaje, «mi agüita amarilla, dónde irá, dónde irá». Grupos de ballenas en sus migraciones invernales se encontrarán con ellas; muchas de las ballenas tendrán enredadas en sus aletas redes de plástico que dificultarán sus movimientos, y llevarán en sus intestinos media tonelada de plástico más, lo que irá depositando un lento flujo de toxinas en su organismo. Las crías beberán una leche llena de veneno y algunas quedarán descolgadas del grupo. Las bolsitas se juntarán con enormes procesiones de envases de yogur, bidones y botellas de plástico, bastoncitos... Que irán fragmentándose en trozos cada vez más pequeños y se convertirán en miles de partículas microscópicas. Dado que muchas no son biodegradables, seguirán dividiéndose a nivel molecular y acabarán en el lecho oceánico, en los organismos de los peces muertos o pescados, o transportados en un ciclo infinito por las corrientes marinas. La bolsita de plástico llevará, a estas alturas, cientos de años en el mar, recorriendo depresiones submarinas, cañones sumergidos y antiguas montañas. Escombros acuáticos que se irán acumulando siglo tras siglo, intoxicando también a los pequeños crustáceos y a toda la miríada de criaturas excavadoras que se buscan la vida, en este caso, para perderla.

Publicidad

Recordemos que hemos empezado este viaje en un supermercado, pidiendo un par de bolsas de plástico, porque con una no nos da. Durante más de cien años se estableció que la secuencia del tiempo geológico finalizaba con el Holoceno. Ahora se discute si esta época puede denominarse Antropoceno (el tiempo de los humanos), es decir, si la huella que está dejando el hombre es una nueva era en la historia planetaria. La aceleración provocada por la humanidad en los ritmos de erosión y sedimentación, las perturbaciones en los ciclos químicos (carbono, nitrógeno, fósforo), los cambios en el mar y en la diversidad de especies animales… Todo indica una respuesta afirmativa. Pero nosotros tendemos a identificarlo con grandes industrias llenando el cielo de hollín, con explosiones nucleares, con deforestaciones masivas, con quema de combustibles fósiles. Todo esto es así, pero el fin del mundo tal como lo conocemos comienza con gestos más sencillos, por ejemplo, cargar con más manzanas de las que caben en una bolsa de plástico y pedir la segunda.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad