No estamos prestando suficiente atención a la prohibición de la purpurina. No creo que los bazares chinos sufran mermas en sus cuentas de resultados, pero esta medida tan expeditiva obligará probablemente a revisar el currículo de la Lomloe, sobre todo en lo que se refiere ... a la etapa preescolar y a los cursos iniciales de la Educación Primaria. Sin purpurina a mano, no habrá más remedio que suspender todos los festivales escolares y enseñar el teorema de Pitágoras abruptamente, en toda su desnudez matemática. Es verdad que luego el brillibrilli pierde casi toda su relevancia educativa porque a los diez años los chavales pasan de disfrazarse de Frozen a ver porno salvaje en el móvil, lo que resulta mucho más ecológico y sostenible.

Publicidad

La medida obligará asimismo a aplazar sine die los desfiles del orgullo gay, lo que me hace sospechar que detrás de esta decisión no solo están los ecologistas del 'lobby' climático, sino también los dirigentes de Vox y el ayatolá Jamenei, enemigos jurados de toda diversión y aguafiestas por la gracia de dios. ¡Lo que daría yo por ver a los clérigos chiitas subidos en plataformones, vestidos con minifaldas y con las barbazas chorreando purpurina! Eso sí que sería una bonita revolución y no las tonterías habituales de los islamistas. Solo por ver un orgullo gay a todo trapo en Teherán merecería la pena seguir produciendo purpurina en cantidades industriales, aunque supusiese medio grado más de calentamiento global.

Por mi parte, y con esas salvedades, no lloraré su desaparición. Todavía me aparecen por el coche restos de una fiesta de cumpleaños, decorada con especial entusiasmo y derroche, a la que invitaron a mi hijo hace ocho o nueve años.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad