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Pablo de Rojas, el obispo cismático de las clarisas de Belorado Borja Agudo
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A la última ·

Un hombre con tanto amor por la escenografía no puede presentarse en público lampiño y macilento, como un sacristán cualquiera

Pío García

Logroño

Viernes, 17 de mayo 2024, 00:01

Don Pablo de Rojas, el obispo cismático de las clarisas de Belorado, tiene más razón que un santo: la iglesia católica ha perdido mucho encanto desde Juan XXIII. El Concilio Vaticano II solo trajo curas con guitarritas que hacían unas misas interminables. Yo los recuerdo ... con terror. Alguno incluso bajaba del altar con el micrófono para preguntarnos a los niños, y aquello era como estar haciendo un examen oral. Para colmo, había curas que trabajaban y de pronto te los encontrabas arreglando coches o poniendo antenas, con los vaqueros manchados de grasa y una visera de Caja Rural. Solían ser simpáticos, pero en materia de majestad y de temor divino dejaban mucho que desear y no resistían la comparación con el patriarca de Constantinopla. Uno no debería alcanzar la dignidad episcopal sin lucir unas barbas proféticas y una barriga compatible con la ingesta compulsiva de chocolate y bizcochitos.

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