Gerónimo Lozano fue uno de los profesores claves en establecer las bases de lo que hoy es la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón. Era finales de los años 70 cuando Luis Ortiz Berrocal, el primer director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales ... de Gijón, le llamó para formar parte del equipo que necesitaba para fundar el nuevo centro. En su caso, se trataba de encargarse del ámbito del dibujo técnico y convertirse una de sus personas de confianza para unos inicios de mucho enfrentamiento con la Universidad de Oviedo, que no veía con buenos ojos la creación de la Escuela.

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Gerónimo trabajaba por entonces en Forjados Rubiera, donde era director técnico y un reconocido profesional. Había obtenido la titulación de ingeniero aeronáutico de Madrid, pero su verdadera vocación fue el mundo de la construcción, que conoció a raíz de un encargo para trabajar en el diseño de un aeropuerto y que le llevó a estudiar aparejadores. En Rubiera fue autor de numerosas patentes, la más preciada una muy innovadora relativa a un forjado de acero y hormigón. También allí fue autor de dos libros sobre forjados y losas que se convirtieron en la referencia nacional para el sector. El de Lozano era el perfil ideal que buscaba Ortiz Berrocal: un profesional reconocido, innovador y con capacidad de transmitir los conocimientos. Junto a su inteligencia y su sabiduría, era un excelente conversador capaz de tejer hilos de unión entre todo su entorno.

Obtuvo la cátedra en Madrid, pero ejerció como catedrático ya aquí, en nuestra Escuela, donde se convirtió en la persona que estableció los cimientos de la enseñanza del dibujo técnico publicando numerosos libros, verdaderos best seller, que no solo fueron referencia para nosotros sino para las escuelas de ingeniería de media España, convirtiéndose en los libros de cabecera. A los alumnos que llegábamos a primero nos causaba impresión ir a la librería a comprar unos libros escritos por nuestro propio profesor. Pero, sobre todo, era su autoridad profesional junto con su capacidad didáctica lo que nos hacía sentirnos ante el auténtico profesor, aquel que realmente nos estaba formando como verdaderos ingenieros. Sin lugar a dudas, la huella de Gerónimo Lozano perdurará en varias generaciones de profesionales y en la Escuela. En su Escuela.

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